por Mazzino Montinari e
Federico Greco

En los meses de abril y mayo, Roma homenajea a Luis García Berlanga. El Instituto Cervantes dedica una amplia retrospectiva al octogenario director español.
Además de los reconocimientos internacionales y de haber sido un ejemplo para los directores españoles de la posguerra, el trabajo de Berlanga adquiere particular importancia porque ha atravesado más de medio siglo de historia española y europea. Un cine de contenidos sociales que encuentra su máxima expresión en forma de sátira.
Berlanga empezó en el cine estudiando junto a otro gran maestro español, Juan Bardem, y debutó como director con Bienvenido Míster Marshall en 1952. Un hombre solitario, como a él le gusta definirse, realizó su última película en 1999, París Tombuctú, con Michel Piccoli. Como en la más célebre, El verdugo (1963), también en su última película Berlanga se fijó en los vicios de la sociedad burguesa con una incomparable vena herética.

Ha pasado más de medio siglo desde su primera película. ¿Ha cambiado algo en su modo de observar y criticar la realidad?
“No lo creo. Siempre me ha llamado la atención la soledad del hombre y su fallida búsqueda de libertad. Por ejemplo, a través del uso constante del plano secuencia he puesto en escena a una pluralidad de individuos que hablan sin escuchar. La sociedad que aparece en mis películas es hostil, está hecha de personas que intentan imponer sus voces a las de los demás. He rodado siempre los vicios de la burguesía moderna, los fracasos de quienes tienen deseos que nunca logran satisfacer”.

Hoy su sueño es ver que surja en Alicante una Ciudad del Cine.
“Hace treinta años que espero que se haga realidad este proyecto. El objetivo de la Ciudad del Cine es regenerar la industria cinematográfica española, que ha caído en desgracia por culpa del Estado y de la falta de infraestructura. Para conseguirlo, es necesario contar con estudios como los que hay en Cinecittà y con escuelas que se dediquen a la enseñanza de las artes en general”.

Sin embargo, en este momento el cine español parece gozar de buena salud.
“Por suerte en España se está dando un renacimiento gracias a la capacidad que tienen los jóvenes directores de expresarse en más de un género. Los nuevos autores tienen el valor de contar historias a través de modalidades narrativas y cinematográficas distintas entre ellos. Pero todo esto no es suficiente, y espero poder ver con mis propios ojos un día el nacimiento de la Ciudad del Cine”.