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LOCARNO 2022 Competición

Crítica: Piaffe

por 

- El primer largometraje de la artista contemporánea y directora Ann Oren explora una mutación física que se convierte en una reivindicación identitaria repleta de desprecio y orgullo

Crítica: Piaffe
Simone Bucio en Piaffe

Ann Oren, artista y directora nacida en Tel-Aviv, pero asentada en Berlín, ha presentado su fascinante primer largometraje, Piaffe [+lee también:
tráiler
entrevista: Ann Oren
ficha de la película
]
, en la competición principal del Festival de Locarno. Manteniéndose fiel a las misteriosas y atractivas ambientaciones de sus trabajos anteriores (que a veces evocan el mundo excéntrico de Amalia Ulman), habitadas por seres híbridos (en parte humanos, en parte vegetales y en parte animales), Ann Oren logra atrapar la imaginación del público a través de una obra elegante y poética que nos urge a observar de forma crítica nuestra relación con la “normalidad”.

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¿Qué significa ser “humano” en una sociedad sumergida, o más bien asfixiada, por la cultura digital? ¿Qué tipo de espacio queremos/podemos reservar para los conceptos de identidad, intimidad y empatía? Ann Oren retrata la fluidez de los seres humanos, revelando la belleza de las zonas fronterizas, la poesía que se esconde en el proceso de mutación, a medida que avanzamos hacia algo voluntariamente indefinido.

Después de abordar temas como el género (desde una perspectiva marcadamente no binaria), la fictosexualidad, la animalidad y otras formas híbridas en sus trabajos anteriores, Ann Oren nos insta ahora, a través de Piaffe, a observar un cuerpo que cambia radicalmente su piel, un cuerpo que se desvía de la “norma” y se abre a una vaguedad luminosa que (por fin) está imponiendo sus propias reglas.

Cuando internan a su hermana (la cautivadora intérprete Simon(e) Jaikiriuma Paetau) en un centro psiquiátrico tras una repentina y devastadora crisis nerviosa, la misteriosa Eva (la elegante y ambigua Simone Bucio) se ve obligada a reemplazarla como artista de foley. Es un trabajo que requiere una concentración y una dedicación casi religiosas, un esfuerzo exigente que parece consumir su propio ser, haciendo que le resulte imposible abandonar una tarea concreta que adquiere un estatus de auténtica misión. A pesar de un comienzo difícil (su relación con su supervisor es tensa), donde la vemos trabajar obsesivamente en un enigmático anuncio de caballos, su nuevo trabajo se revela como una experiencia catártica. La simbiosis que siente con los caballos a los que pone voz la lleva, literalmente, a encarnar una animalidad que acaba formando parte de su vida cotidiana.

Esta metamorfosis se manifiesta de forma física, a través de una cola que crece como si fuera una extensión de su columna vertebral. Como una especie de injerto que se apropia de su cuerpo con voracidad, esta cola de caballo fortalece a Eva, haciéndola consciente de una ambigüedad intrínseca en su ser que ha contenido durante demasiado tiempo. Fascinado ante esta mutación física, sensual y aterradora, un misterioso botánico (Sebastian Rudolph) entabla una relación de dominación con ella que recuerda a la doma de caballos. Un “piaffe” es un movimiento a la vez artificial y natural de un caballo, que consiste en un trote majestuoso sin moverse del sitio. Los esfuerzos necesarios para lograr este movimiento, la encarnación de la fuerza y ​​la flexibilidad del caballo, transforman un piaffe en la expresión perfecta del equilibrio ecuestre. Y esta perfección, considerada viril, se apodera de Eva, reclamando la fluidez de género y especie, que nuestra sociedad mantiene bajo un estricto control. En este sentido, la escena en la que Eva mueve los pies (como si ella misma ejecutara el piaffe) al compás de la insistente banda sonora techno de la película, mientras calza unos zapatos Buffalo blancos que la transforman en un ser híbrido, mitad humano y mitad animal, es simplemente magnífica.

Piaffe es un viaje profundo, intenso e instintivo que nos obliga a cuestionar los conceptos de sexualidad, identidad de género, control y artificialidad, mientras explora nuevos paradigmas capaces de socavar un sistema patriarcal heteronormativo que se considera inmutable. En este sentido, es imposible no establecer la conexión con los cíborgs de Donna Haraway. Piaffe es una carta de amor a los artistas de cine que a menudo trabajan en la sombra (en este caso, los artistas de foley) y una celebración liberadora de una otredad que se vive como un regalo y una oportunidad para experimentar nuevas formas de ser e interactuar con la naturaleza, que nos ayuda a ver el mundo con un asombro reavivado.

Piaffe es una producción de la alemana Schuldenberg Films, mientras que Rediance (China) se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del italiano)

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