email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

KARLOVY VARY 2022 Competición

Crítica: A Provincial Hospital

por 

- La película de Ilian Metev, Ivan Chertov y Zlatina Teneva documenta la situación del COVID-19 en un hospital de una pequeña ciudad búlgara con calidez y conexión humana

Crítica: A Provincial Hospital

Durante el transcurso de la pandemia de COVID-19, hemos experimentado, visto y oído muchas historias sobre el terrible estado de los hospitales en las regiones menos desarrolladas del mundo. Debido a esto,los directores búlgaros Ilian Metev (Sofia's Last Ambulance [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película
]
), Ivan Chertov (director de fotografía en February [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película
]
) y Zlatina Teneva difícilmente podían aportar algo realmente nuevo con A Provincial Hospital [+lee también:
tráiler
entrevista: Ilian Metev, Ivan Chertov …
ficha de la película
]
. Sin embargo, el documental, que acaba de estrenarse mundialmente en la competición de Karlovy Vary, ofrece una observación profunda, humana y sorprendentemente refrescante del comportamiento y la personalidad humanas en una situación donde hay vidas en juego, con un giro típicamente balcánico.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

El hospital titular está ubicado en la ciudad montañosa de Kyustendil, con una población de unos 50.000 habitantes, que se ha visto duramente golpeada por el coronavirus. Allí, los codirectores acompañan al Dr. Evgeni Popov y a su pequeño equipo médico. Popov es un hombre alto, de cabello plateado y cara cuadrada, capaz de mantener un aire de autoridad distinguida incluso cuando está exhausto y enfadado. A medida que avanza la película, nos damos cuenta de que todo el mundo le respeta, no solo por su habilidad, o por ser el médico jefe, sino también por su carácter accesible y su trato personal con los pacientes.

El mayor miedo de la gente es acabar en la UCI, porque nadie sale de allí con vida. Uno de ellos es una emotiva anciana que elogia al médico por salvarle la vida. Cuando le dicen que puede salir del hospital, la mujer se ríe con alegría, una risa que pronto se convierte en lágrimas. Otro es un excampeón de ping-pong, todavía bastante atlético, que termina en la habitación con un amigo de la infancia, lo que tampoco es raro en un pueblo pequeño. Y el tercer personaje en el que se centran los realizadores es un hombre de 32 años que se niega a recibir oxígeno y exige irse a casa cuando su situación está catalogada como crítica. Ante esto, el Dr. Popov tiene que llamar a su familia y amenazar con esposarlo a la cama.

En este segmento vemos la única muerte que se muestra en la película, aunque muchas otras ocurren fuera de plano. Cuando han sacado el cuerpo de la habitación, la cámara permanece junto a una enfermera, mientras se quita en silencio el equipo de protección y se limpia el protector facial. El ruido y murmullo constantes se desvanecen lentamente, permitiendo que el espectador se relacione con su estado de ánimo.

Este es el único momento de silencio en el documental, que no necesita incluir nada más para generar drama. Los codirectores se limitan a observar, con la cámara casi siempre estática, ya sea a mano o en un trípode, excepto cuando ocurre una crisis.

El aspecto central del documental es la resiliencia mental, psicológica y emocional. La típica jovialidad balcánica, prácticamente inevitable en hospitales y otras instituciones estatales, se ve amplifica en este caso con fuertes dosis de humor negro. Todos parecen compartir la sensación de que este es el único mecanismo de defensa que tienen contra la desesperación, tanto los pacientes como el equipo médico.

El acceso sin restricciones les permite a los cineastas trabajar en los espacios reducidos de un hospital mal equipado y con pocos fondos, acercándose emocionalmente a los protagonistas durante los 70 días que duró la filmación. En varios casos, los directores son increpados directamente e incluso se ofrecen a ayudar. Esta calidez y conexión humana se traduce en la pantalla, por lo que, a pesar de los acontecimientos inevitablemente trágicos que narra la película, el espectador se queda con un sentimiento de esperanza.

A Provincial Hospital es una coproducción entre las búlgaras Agitprop y Chaconna Films, y la alemana Sutor Kolonko.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy