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CANNES 2022 Proyecciones especiales

Crítica: El pequeño Nicolás

por 

- CANNES 2022: Benjamin Massoubre y Amandine Fredon firman una deliciosa y nostálgica golosina que es probablemente más divertida para los padres que para sus niños

Crítica: El pequeño Nicolás

Me cuesta pensar que gente de una determinada edad pudiera resistirse a ver la película de animación El pequeño Nicolás [+lee también:
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, presentada en la sección Proyecciones especiales del Festival de Cannes de este año. Está claro que las aventuras de El pequeño Nicolás, cándidas pero no ridículas, con buenas intenciones pero al mismo tiempo divertidas, hicieron compañía a muchos jóvenes durante la niñez. Pero también a sus padres, que es algo que parece tener muy presente esta película.

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No se trata de volver a contar simplemente una de las aventuras de Nicholas, sino que es más bien un relato sobre sus orígenes. De repente, René Goscinny (a quien pone voz Alain Chabat) y Jean-Jacques Sempé (Laurent Lafitte) se pasan al mundo de la animación y por fin se integran del todo con el universo que han creado. Es bonito y algo nostálgico. Puede que los más pequeños de la casa no terminen de pillarle el punto.

A menos, claro está, que se hayan preparado previamente o sean franceses, ya que los realizadores han seleccionado los mejores momentos de las historias animadas. Viéndola, uno tiene siempre la sensación de: “¿Te acuerdas de esta?”, ya que en lugar de elegir una sola historia, los directores las repasan todas. No obstante esto podría ser un pelín confuso si lo que se busca es adentrar al espectador en un universo poblado por estudiantes revoltosos, sus desventurados padres y niñas que se las arreglan para manipular a todo el mundo. Pero si sabes de qué va la cosa, adelante, refocílate. No te decepcionará.  

Sin duda alguna se trata de una visión idílica sobre cómo surgió la asociación entre estos dos hombres (con unas copas de vino tinto mediante) o sobre cómo eligieron el nombre del niño (iba en un bus que pasaba por allí). Deciden crearle unos amigos y hacen una lluvia de ideas sobre sus padres. Alcestes, que siempre tiene hambre, está inspirado en el propio René, que al parecer “de eso sabía un rato”. Llega un momento en el que el propio pequeño Nicolás, al verse a sí mismo en la pantalla, exclama: “¡Soy yo!”. ¡De locos!

Pero entonces, una cierta tristeza empieza a ganar terreno. A pesar de la enérgica partitura de Ludovic Bourse e incluso de un logrado número musical, la infancia de los dos hombres y la vida de sus familias no siempre fueron fáciles. Hubo dolor y muchas dificultades, y decidieron recrear la felicidad de la que se vieron privados en algunas ocasiones. Así es como utilizaron sus talentos.

Esta película también es una historia sobre el dolor. Goscinny, y no estamos destripando nada, falleció en 1977. En un santiamén, el foco de atención cambia: se trata de decir adiós a un socio creativo, pero también al hombre que te trajo a la vida, a ti y a otros muchos, incluidos Astérix y Obélix, cuyas figuritas observan desde su mesa.

Coescrita por la propia hija de Goscinny, parece verdaderamente una conversación con un progenitor que ya no está o al menos con alguien que ha dado a los más pequeños algo que han adorado durante mucho tiempo: al igual que Tove Jansson y los Mumins o AA Milne y Winnie the Pooh. Además, la forma en que se explica la pérdida, o al menos se habla de ella, en esta película podría resultar útil para muchas personas. Aunque, a diferencia de aquí, probablemente no puedan prometer a sus hijos la inmortalidad.

El pequeño Nicolás es una producción de ON Classics (Francia), Bidibul Productions (Luxemburgo) y Align (EE.UU.), y sus ventas internacionales las gestiona Charades.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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