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BERLINALE 2022 Panorama

Crítica: Love, Deutschmarks and Death

por 

- BERLINALE 2022: En su tercer documental, Cem Kaya elige hablar sobre la inmigración turca a Alemania del siglo pasado desde un ángulo poco habitual, el nacimiento de una nueva cultura musical

Crítica: Love, Deutschmarks and Death
Rüştü Elmas en Love, Deutschmarks and Death

La historia del tercer documental de Cem Kaya, Love, Deutschmarks and Death [+lee también:
tráiler
entrevista: Cem Kaya
ficha de la película
]
, empieza con la firma en 1961 del acuerdo de contratación germano-turco. Aquello significó que muchos trabajadores de Anatolia y de otros puntos del país fueran contratados en Alemania Occidental para compensar por la escasez de mano de obra en ciertos sectores económicos, siendo muchos de ellos trabajadores no cualificados. Kaya, que ha presentado su documental en la sección Panorama de la Berlinale de este apoco habitual, centrándose en un aspecto concreto de la cultura de estas personas: la música.

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Condenados a la nostalgia, soportando penurias de todo tipo y atrapados en sus trabajos, los turcos se llevaron un trozo de su hogar a una tierra desconocida y lo fueron transformando en algo original e independiente de su cultura musical nativa. Kaya adopta un enfoque bastante tradicional en su documental, ya que alterna entre extensas imágenes de archivo que abarcan más de 40 años de historia y una serie de planos de “cabezas parlantes”. Entre ellas, artistas de la generación anterior como Yüksel Özkasap, apodada “el ruiseñor de Colonia”, y Metin Türköz, pero también músicos más jóvenes, como el dúo Derdiyoklar o Cem Karaca y su emblemático grupo Die Kanaken, que fueron los que cantaron por primera vez en alemán y utilizaron sus canciones como vehículos de crítica social.

La biografía de Karaca es quizá una de las más fascinantes, ya que descubrimos que se marchó de Turquía para ir a Alemania Occidental en 1979, pero no se le permitió regresar a casa hasta 1987. En concreto, el gobierno golpista posterior a 1980 emitió una orden de arresto contra él y contra otros intelectuales, por lo que el hombre se perdió el funeral de su padre y estuvo varios años sin ver a su hijo. En uno de los extractos, también admite con franqueza en una entrevista que “no se sentía incómodo en Alemania, [pero] no es posible tener dos patrias, [ya que] solo hay una patria, es como una madre”.

En la última parte de la película, la atención se centra en el nacimiento del hip-hop y el rap germano-turco a principios de los años noventa, que denunciaban principalmente la discriminación y contaban entre sus filas con artistas como Fresh Familee, King Size Terror, Cartel e Islamic Force.

La música es, en último término, el hilo conductor que permite a Kaya abordar una amplia gama de transformaciones sociales y económicas que tuvieron lugar antes y después de la caída del Muro de Berlín. A lo largo del metraje se intercalan algunos toques de humor agradables, sobre todo a cargo de los carismáticos personajes que hablan a cámara. También nos damos cuenta de cómo la escena germano-turca se convirtió en un sólido negocio en el que se movían importantes cantidades de dinero, incluso para los músicos de bodas, que se aprendían canciones de las 81 provincias de Turquía para complacer a todo tipo de público, llegando incluso a aprender a cantar en árabe o kurdo.

De esta manera, el documental de Kaya es una fantástica pieza informativa cuyos sólidos cimientos son los hechos y los testimonios directos. Sin embargo, es posible que le cueste captar la atención del público extranjero, a quien puede que no le interese tanto un tema que quizá sea demasiado concreto.

Love, Deutschmarks and Death es una producción alemana de filmfaust GmbH y está coproducida por Film Five GmbH. Se podrá ver en los cines allí a finales de este año gracias a Rapid Eye Movies

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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