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IFFR 2022 Competición Big Screen

Crítica: Kung Fu Zohra

por 

- Mabrouk El Mechri pasa la violencia conyugal por el filtro Karate Kid con Sabrina Ouazani en el papel de una mujer maltratada que intenta liberarse gracias a las artes marciales

Crítica: Kung Fu Zohra
Sabrina Ouazani y Tien Shue en Kung Fu Zohra

“El que no tiene imaginación, no tiene alas”. Con esta cita empieza Kung Fu Zohra [+lee también:
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entrevista: Mabrouk El Mechri
ficha de la película
]
, de Mabrouk El Mechri, que compite en el programa Big Screen del 50º IFFR. En efecto, la película que marca el regreso al cine del director después de diez años de ausencia y de incursiones en las series (Maison close, No) ofrece una mezcla muy atrevida de fábula feminista a lo Karate Kid en clave de comedia para tratar el tema de la violencia conyugal, que en el cine suele ser tratado de forma hiperrealista. Un punto de vista “ligero” para un tema muy duro que probablemente hará protestar e indignarse a los partidarios de la ortodoxia de la denuncia para quienes no se puede sonreír (una opinión perfectamente respetable), pero que presenta a un público más amplio la toma de consciencia de las causas tóxicas y manipuladoras de la influencia, alentando a las mujeres víctimas silenciosas a encontrar la fuerza individual para liberarse.

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Tras un encuentro casual en el corazón del Atlas, Omar (Ramzy Bedia) sedujo a Zohra (Sabrina Ouazani), se casó con ella y la trajo de vuelta a Francia, a un tranquilo suburbio parisino. La joven, que ha encontrado un trabajo de cajera en un hipermercado y se ha hecho amiga de la conductora de bus Binta (Eye Haïdara en el papel del testigo que narra en voz en off), descubre pronto a expensas de ella el lado oscuro de su marido, un hombre amargado, bebedor y celoso. Entre bofetadas (cuyas marcas Zohra intenta enmascarar detrás de sus gafas negras) y golpes más graves, la situación se deteriora progresivamente, pero el nacimiento de una niña dificulta todo.  

Seis años más tarde, nada ha cambiado; la nociva situación conyugal se ha enquistado y deteriorado en un punto muerto amplificado por el papel de buen padre que desempeña Omar, quien reserva su violencia sistemática a los cara a cara discretos en casa con su esposa. Zohra empieza a seguir en secreto cursos de autodefensa en internet, luego se acerca al guardia asiático del gimnasio que le inculca las bases del kung-fu y los medios para liberarse. Pero primero hay que planear su huida hacia otra vida y atreverse a desafiar a su verdugo…

La película, que asume por completo los prejuicios de la comedia dramática, hace malabares con sus referencias (sobre todo Karaté Kid, pero también Operación Dragón, Las artes marciales de Shaolin) insertándolas en una dimensión doméstica (“si debes combatir en una vasija, entrénate en una vasija”) muy cotidiana (Binta envía a la policía, Zohra protege a su familia en detrimento suyo, y entrena kung-fu en secreto en todos los espacios de su vida de ama de casa). Kung Fu Zohra, con un reparto muy bueno (una Sabrina Ouazani contundente y un Ramzy Bedia perfecto en la piel del falso marido amable), bajo su aspecto de entretenimiento (el final es homérico), trata el tema de la violencia conyugal. Cada uno es libre de valorar los medios para poner este grave problema social bajo los focos de los proyectores, pero el punto de vista del autor de estas líneas es que todos los medios son válidos.

Kung Fu Zohra, producida por Les Films du Kiosque, ha sido coproducida por France 2 Cinéma y por Gaumont (que la estrenará en Francia el 9 de marzo y que también gestiona las ventas internacionales).

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(Traducción del francés)

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