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VIENNALE 2021

Crítica: Detours

por 

- Ekaterina Selenkina consigue a hurtadillas un retrato sin filtros de una ciudad y su gente, mientras observa a un narco que esconde su droga por Moscú

Crítica: Detours

El largometraje Detours [+lee también:
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ficha de la película
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dirigido por la directora rusa Ekaterina Selenkina en su segundo año como estudiante, se proyectó en la sección de destacados de la 59.ª edición del festival Viennale. Este aborda la metrópolis moscovita desde una perspectiva intrigante, pero también contemplativa. La cámara sigue a un narcotraficante local que esconde y geolocaliza su mercancía por toda la ciudad, mientras capta a sus ciudadanos desde lejos con un encuadre melancólico. La película muestra las entrañas de la red del narcotráfico y su presencia oculta pero integrada en el paisaje urbano. En líneas generales, trata de cómo la gente navega por estos espacios imponentes, somnolientos o impersonales, y de la tensa situación política y social del país.

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El director de fotografía Alexey Kurbatov, fallecido en 2020 y a quien está dedicada la película, crea ángulos aislados y sobrios desde los que se acerca a las pequeñas acciones que tienen lugar en los amplios encuadres de la ciudad. La cámara —siempre estática— enfoca hacia el paisaje y nos da una sensación de grabación de vigilancia. Sin embargo, transmite más de lo que parece. Con una vista de águila, la cámara ofrece una visión tranquila, pero atractiva de la vida callejera de Moscú gracias a unos ángulos a veces sesgados y un posicionamiento en puntos ciegos estratégicos.

Sobre este fondo fijo, la gente entra y sale del encuadre; pequeñas figuras perdidas en estructuras arquitectónicas impresionantes o abandonadas. Sus conversaciones son apenas oíbles, trozos de conversación que llegan al espectador desde lejos. El protagonista (Denis Urvantsev) recorre esta tierra de nadie, dejando sus paquetes de forma anónima y fundiéndose con la banalidad cotidiana de su entorno. Detours nos sumerge en lo prohibido en la vida cotidiana de forma magistral.

La película parece que comienza con una narrativa clara mezclando secuencias de Denis con pantallazos tomados desde el cielo por él mismo en Google y breves mensajes de texto hablando de asuntos financieros. El espectador conoce a Denis mientras divide y empaqueta contrabando en la bañera del piso que comparte con una anciana. Sin embargo, este va perdiendo protagonismo conforme se funde con el anonimato de la infraestructura urbana. Niños que trepan por viejos almacenes, estudiantes que hablan de relaciones sentimentales condenadas al fracaso, un grupo que canta canciones patrióticas frente a un monumento, un hombre que protesta por la guerra de Ucrania, una pareja tumbada en la cama... Todos ellos pasan a un primer plano convirtiendo a Denis en una mera pieza de un rompecabezas mayor.

La brutalidad policial y la homofobia de la sociedad rusa, pese a presentarse de forma superficial en la película, suponen un impacto más inquietante de lo parece. Incluso Selenkina se abstiene de comentar los negocios de Denis o de profundizar demasiado en el debate político en torno a este mercado online de la red oscura. Esta no pretende hacer un análisis sobre los peligros de las drogas, sino desvelar que el sistema es la razón de ser de personas sin elección. Un sistema que se ha vuelto tan manejable que respalda a sus miembros, pero a su vez reduce la posibilidad de entrar en él.

Al entrelazar estos sucesos cotidianos aparentemente sin sentido con las salidas de Denis para visitar sus escondites, la película se convierte en una sinfonía tranquila, pero estresante de la vida metropolitana.

Detours ha sido producida por Dutch Mountain Movies y Nadein Vladimir y distribuida por Vladimir Nadein.

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(Traducción del inglés por Noelia Bas Hurtado)

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