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SARAJEVO 2021 Competición Documentales

Crítica: Sunny

por 

- El documental de la directora georgiana Keti Machavariani pone al espectador en los zapatos de una mujer llevando a cabo investigaciones sociológicas en Tiflis

Crítica: Sunny
Mzia Gogichaishvili en Sunny

La directora georgiana Keti Machavariani vuelve con su primer largometraje desde su debut en el KVIFF 2011, la película de ficción Salt White. Esta vez, presenta el documental Sunny [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, estrenado en Hot Docs y que ahora compite en Sarajevo.

La protagonista de la película es Mzia Gogichaishvili, cuyo nombre en georgiano significa “Sunny” (“Soleado”). Es una exprofesora de 60 años, que en la actualidad se gana la vida haciendo encuestas sociológicas. La directora sigue a esta señora simpática y fornida mientras recorre las calles de Tiflis, llamando a las puertas de grandes edificios de apartamentos y otros espacios menos urbanos. Una vez dentro, se sienta frente al entrevistado, con una tableta y un formulario en la mano, gafas sobre la nariz, y tranquilamente hace preguntas relacionadas con asuntos políticos, económicos, sociales y de derechos humanos del país, pero también sobre opiniones morales personales. 

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Los encuestados con los que se comunica representan una verdadera porción de la población georgiana y sus opiniones reflejan el clima social en el país. También revelan qué tan modernos o tradicionales son los habitantes de Tiflis, y los resultados son los esperados por los espectadores, teniendo en cuenta la edad de las personas, su clase social y su estilo de vida. Algunos entrevistados se limitan a responder a las preguntas de respuesta múltiple, otros elaboran sus opiniones, y un par de ellos se enfadan por temas que les molestan. Pero no es el tema principal de la película.

La principal fortaleza de Sunny es la facilidad con la que consigue que el espectador empatice con Mzia. Está haciendo un trabajo difícil: las personas son suspicaces por naturaleza, dudan en dejarla entrar, y la rechazan varias veces, aunque en muchas ocasiones es bien recibida. Su enfoque suave y paciente funciona en muchos casos y es un logro envidiable, en especial si lleva un equipo de grabación con una cámara: un gran obstáculo para una conversación con un extraño.

La forma en que Machavariani la retrata —subiendo con estoicismo las escaleras de los edificios de varias plantas, golpeando vallas de madera de dos metros de altura detrás de las cuales puede haber uno o varios propietarios, o esquivando charcos y grietas en las calles llenas de baches de Tiflis— acerca mucho a la protagonista al espectador. Al final de la película, cuando la entrevistan a ella, hemos creado una relación con ella y el final resulta ser mucho más emotivo de lo que esperábamos.

Las personas a las que entrevista Mzia y sus opiniones y visiones del mundo serán reconocibles no solo para el público de Europa oriental y el Cáucaso, sino para cualquier sociedad del mundo polarizado en el que vivimos. Pero la universalidad de Sunny reside en su cercanía hacia la protagonista, reforzada por la decisión de centrarse en las expresiones faciales y en el lenguaje corporal de los entrevistados mientras reflexionan sobre las preguntas de la encuesta, poniéndonos directamente en el lugar de Mzia. Esto también sitúa a Sunny en un mundo muy específico y auténtico, mostrándonos de primera mano las diferentes formas de vida y estratos sociales de la población de Tiflis.   

Sunny es una coproducción entre Sunny Films y Terra Incognita Films (Georgia).

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(Traducción del inglés)

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