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PELÍCULAS / CRÍTICAS Italia

Crítica: Morrison

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- El cantautor y director Federico Zampaglione entra con su cuarto largometraje en un mundo que conoce bien, el de la música, pero sin el valor añadido que podríamos esperar

Crítica: Morrison
Lorenzo Zurzolo en Morrison

Después de dirigir una comedia negra (Nero bifamiliare [+lee también:
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) y dos películas de terror (Shadow [+lee también:
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), el cantautor y cineasta Federico Zampaglione se adentra en un mundo que conocen bien en su cuarto largometraje, Morrison [+lee también:
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, probando suerte con un relato iniciático marcado por un distintivo estilo trap, donde las amistades, los éxitos y los fracasos se mezclan abarcando distintas generaciones, las de los dos protagonistas: un joven músico que acaba de empezar y un rockero de mediana edad en declive. Ambos comparten las alegrías y las penas de una vida en el escenario, así como una pasión que “te aporta mucho, pero que también puede quitártelo todo”.

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Basada en la novela Dove tutto è a metà, que Zampaglione escribió junto a Giacomo Gensini (los dos firman el guion de la película), Morrison es el nombre inventado de un local muy reconocido en Roma, ubicado en una barcaza en el Río Tíber. Es aquí donde Lodo (Lorenzo Zurzolo) actúa cada semana con su banda de indie, i Mob. No obstante, debido a sus inseguridades y timidez crónica, el joven no acaba de encajar en el papel de frontman. Atrapado entre un padre que se distrae constantemente con las mujeres, y que solo sirve para darle dinero (Andrea Renzi), y una provocativa y ambigua compañera de piso que aspira a convertirse en actriz (Carlotta Antonelli), Lodo conoce un día a la ex-estrella de rock Libero Ferri (Giovanni Calcagno) en el edificio de la SIAE (Sociedad Italiana de Autores y Editores). Este músico invirtió las ganancias de su única canción exitosa en comprarse una hermosa villa. En la actualidad, incapaz de producir un segundo disco de éxito, Libero vive encerrado en esta impresionante casa, rodeado de recuerdos y en compañía de su amada esposa (Giglia Marra).

Poco después, Libero se convierte en una especie de mentor para Lodo: intenta ayudarlo a tener más confianza en sí mismo, le enseña los trucos del oficio y, cuando es necesario, se sube al escenario con él. Pero cuando el nuevo single de Libero, que intenta sin éxito adaptarse a los nuevos gustos del público, resulta ser un fracaso total, el veterano artista entra en una espiral autodestructiva (llegando a prender fuego a varias guitarras). Esta actitud también afecta a Lodo, que se da cuenta de que no quiere terminar en la misma situación y decide cambiar de rumbo. La amistad y las pasiones de los personajes harán que todo vuelva a su curso, más allá de cualquier sueño de gloria.

A fin de cuentas, nadie triunfa en esta película, y este es precisamente el elemento más interesante de la historia: un relato sobre gente corriente que hace música por amor y que aprende a vivir con los altibajos de una profesión que te coloca en el centro de atención. Es una declaración de amor por parte de Zampaglione, líder del grupo de pop italiano Tiromancino, hacia su primera vocación. Desgraciadamente, la ausencia de una auténtica visión interna del mundo de la música, capaz de descubrirnos más de lo que ya sabemos, resulta bastante desconcertante, teniendo en cuenta que la película está escrita y dirigida por un cantautor que ha trabajado en la industria durante más de treinta años. Lo mismo ocurre con algunas partes especialmente flojas, que se adentran en el terreno de los clichés. La pasión por la música se describe con palabras, pero nunca se transmite adecuadamente al espectador, especialmente cuando se trata del joven Lodo, que podría haber resultado más atractivo con un poco más de vigor y entusiasmo.

Morrison es una producción de Pegasus Entertainment y QMI, en colaboración con Vision Distribution, Sky y Amazon Prime Video. La película estará disponible en los cines italianos a partir del 20 de mayo, de la mano de Vision Distribution.

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(Traducción del italiano)

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