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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia

Crítica: La Lévitation de la princesse Karnak

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- Dos amigos huyen de un París evacuado y cruzan la Francia de una civilización en pleno colapso misterioso en el astuto y original primer largometraje de Adrien Genoudet

Crítica: La Lévitation de la princesse Karnak

“Lo que experimentamos es una puerta hacia un mundo invisible”. Al igual que su título, que hace referencia a un truco del mago Harry Kellar de la segunda mitad del siglo XIX, La Lévitation de la princesse Karnak [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, la ópera prima de Adrien Genoudet, estrenada en el festival EntreVues Belfort y presentada esta semana en competición (en línea) en la 33ª edición del Festival Premiers Plans d’Angers, se sumerge en una atmósfera inquietante en medio de una misteriosa catástrofe (“desapariciones en cadena” cuyos ecos recuerdan a la pandemia mundial actual), que obliga a dos parisinos a marcharse a Italia. El cineasta tira con destreza de un hilo minimalista que da prioridad a un imaginario tangible y a una vida diaria muy encarnada (la naturaleza, la comida y el vino ocupan un lugar importante) para ofrecer una road movie con un encanto extraño, que roza el hechizo y el espejismo con el trasfondo de una civilización crepuscular.

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“Durante mucho tiempo me he preguntado cómo afectaría a nuestro cuerpo, al corazón y al espíritu el hecho de vivir en una etapa donde, de un año a otro, todas las señales se vuelven rojas. ¿Nos damos cuenta? ¿Somos conscientes? ¿Lo pensamos? ¿Lo soñamos? ¿Estamos hartos de eso? ¿Nos dejamos tomar por sorpresa? ¿Nos sentimos condenados al desamparo? ¿Decidimos actuar? Pero, ¿para qué? ¿Estamos pensando en irnos? ¿A dónde?”, se pregunta la voz en off del narrador de la película, Paul (Louis Séguin). Qué lejos queda la fiesta de compromiso de Camille (Hugues Perrot), cinco años antes, en un bar parisino, en una secuencia muy conseguida que abre la película. Un grupo de amigos brindaba entonces “por el amor” y cantaba a coro Viens Fifine (canción interpretada por Jean Gabin en Zouzou, de Marc Allégret [1934]).  

Ahora, Paul y Camille están solos en un coche; al primero lo ha dejado su novia y el segundo parece abatido desde la desaparición de su prometida. Las autoridades deciden evacuar París y ellos deciden marcharse juntos a buscar al hermano de Paul, que vive en un pequeño pueblo de Italia. Durante el viaje, que llevan a cabo en unas condiciones bastante espartanas, encontrarán a dos solitarios que viven aislados por voluntad propia en el campo francés. El primero es un desconocido al que se encuentran por casualidad, y el segundo es un antiguo compañero de Camille en un grupo de música, pero cada uno transmite su filosofía existencialista a nuestros dos protagonistas. Y luego está el final del viaje, la llegada al país fortificado de las necrópolis y los amuletos…

La Lévitation de la princesse Karnak, que coquetea con varios géneros (realismo social, supervivencia postapocalíptica, fantasía, película política de reflexión “sobre una generación de personas que han sido puestas en carritos desde niños” y cuyo universo de abundancia urbana colapsa de repente), aprovecha su extrañeza para compensar la escasez de medios. Una odisea original salpicada de pequeños toques de misticismo que pide al espectador cierta apertura de espíritu y que concluye con un final brillante (y en el más absoluto misterio) al son de Gracia a la vida.

La Lévitation de la princesse Karnak ha sido producida por Hippocampe Productions, que también gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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