26/01/2021 - La tercera cinta de Nick Brandestini es una oda a la vida y a la naturaleza reveladora de los sentimientos inquietos y oscuros, un retrato delicado de dos niños entre magia y cruda realidad

El director de Zúrich Nick Brandestini regresa a las Jornadas de Soleura cinco años después de presentar allí su segundo largometraje, Children of the Arctic. Tras ganar el prestigioso Sestercio de Oro al mejor mediometraje o largometraje en el festival Visions du Réel 2020, Sapelo [+lee también:
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ficha de la película] compite ahora por el codiciado premio de Soleura.

Con la llegada de su tercer documental, la identidad de Nick Brandestini como cineasta comienza realmente a tomar forma. Lo que le intriga son las desviaciones de la norma, los lugares y las sociedades que defienden su historia y tradiciones para escapar de la homogeneización y la seducción del consumismo. Por lo tanto, no parece una coincidencia que, después de retratar la vida cotidiana de los treinta y cinco habitantes de Darwin, y de los niños que pueblan Children of the Arctic, la mirada del realizador se haya fijado en la isla de Sapelo, en el estado de Georgia (Estados Unidos), que alberga una comunidad indígena cada vez más pequeña pero resistente. Moviéndose constantemente entre la estandarización y la huida, las micro-comunidades filmadas por la cámara de Nick Brandestini representan auténticos oasis, anomalías refrescantes dentro de la jungla consumista y amenazante que las rodea.

Esta vez se trata de dos hermanos, JerMarkest y Johnathan, quienes acompañan al director mientras descubre la isla de Sapelo, pero sobre todo lo que la isla representa para ellos. La voz en off de su madre adoptiva, Cornelia Walker Bailey, heredera de creencias ancestrales, acompaña sus actividades cotidianas como un suspiro reconfortante y alentador. Su presencia tiene un efecto poderosamente encantador sobre los chicos. Transformándose en una suerte de madre Tierra, Cornelia Walker Bailey conecta a los hermanos con la tierra de sus antepasados, ​​a pesar de las dificultades que acompañan su vida: padres ausentes, madres que luchan por sobrevivir y la violencia que asola las calles de Brunswich, al otro lado de la bahía. Inevitablemente, su devastadora muerte pone en peligro un equilibrio ya de por sí precario. Esto obliga a toda la familia a repensar sus vidas, impulsando a la pequeña comunidad que han construido a buscarla en la magia que siempre ha habitado la isla de Sapelo.

Entre la necesidad de desahogarse y una energía que solo Sapelo parece capaz de domar, así como la responsabilidad de perpetuar una tradición que parece cada vez más remota, JerMarkest, pero sobre todo el impredecible Johnathan, luchan contra demonios que a veces son mucho más grandes que ellos. Sapelo es una obra rica en asombrosas imágenes que nunca resultan pretenciosas, y que permite que los dos hermanos expresen su descaro libremente, sin mencionar la fragilidad que los hace tan únicos e increíblemente auténticos. Su mirada, que a veces dirigen directamente a la cámara, nos atraviesa como una bala antes de recordarnos la ingenuidad que acompaña su corta edad. “Disculpe mi lenguaje”, le dice Johnathan al director en un momento determinado de la película, con un toque de malicia. Si la transición de los niños a la edad adulta es de todo menos tranquila, el recuerdo y la historia que han heredado de su madre adoptiva nos alienta a esperar un final feliz. Nada demasiado predecible, sino más bien un final catártico, donde los protagonistas caminan hacia lo desconocido con esperanza, la misma que caracterizó la existencia de Cornelia Walker Bailey. Manteniéndose honesta hasta el final, Sapelo celebra la vida en toda su complejidad, sin olvidarse de aportar la necesaria dosis de magia, esa que solemos enterrar bajo capas opresivas de racionalismo.

Sapelo es una producción de Envi Films AG, que también se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del italiano)