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DOCLISBOA 2020

Crítica: Nheengatu – A Língua da Amazônia

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- La cinta de apertura del DocLisboa, que documenta un viaje por el Río Negro, demuestra que todos los cineastas quieren parecerse a Werner Herzog

Crítica: Nheengatu – A Língua da Amazônia

Al igual que el propio Herzog,  José Barahona no pudo resistir la llamada de la selva amazónica en Nheengatu, una coproducción entre Brasil y Portugal estrenada en DocLisboa, donde el cineasta se lanza a la búsqueda de un lenguaje que no existía antes del año 1500. Basado en el portugués y la lengua indígena Tupi, el ñe'engatú solía ser “la lengua de los conquistadores y ahora es la lengua de la resistencia”. Se trata de una afirmación curiosa, pero a medida que avanza el viaje, se hace evidente que las personas que Barahona se encuentra lo ven de otra forma, empleando la lengua con orgullo o descartándola como algo del pasado, que va camino de la extinción. En cualquier caso, se trata definitivamente de algo más que una afirmación curiosa.

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Por otra parte, Barahona no parece estar interesado en nada que sea demasiado simple, y decide no solo filmar lo que ve, sino filmar con las comunidades indígenas que se encuentra, a las que proporciona un teléfono móvil para que documenten lo que ellos quieran. Esta inversión de roles es comprensible: el cineasta quiere que ellos mismos cuenten sus propias historias y tomen el control, aunque visualmente se trata de un enfoque agotador. Tampoco ayuda su insistencia en aparecer en la mayoría de los planos, sosteniendo el teléfono o situándose junto al operador de sonido. Quizás esta sea otra de esas historias que deberían ser contadas por alguien que tenga raíces en el lugar, y no por otro “hombre blanco”, como lo llaman todos.

Filmada en aproximadamente un mes, la película resulta extremadamente larga, pero afortunadamente aporta algunos destellos atmosféricos: hay algo casi alucinógeno en el hecho de escuchar estas palabras desconocidas, repetidas con indiferencia, mientras descendemos el Río Negro acompañando a una tripulación cada vez más cansada. Sin embargo, la película trasciende rápidamente el ámbito de la lingüística, ya que las personas a las que conoce Barahona discuten sobre todo, desde tragedias personales hasta la bebida, pasando por la situación política actual e incluso las comunidades evangélicas.

Sin embargo, los personajes no hablan de sus vidas con tanta facilidad como se burlan del equipo de rodaje, y nunca lo hacen sin ponerse primero de acuerdo en los términos de su conversación. Tal y como señala uno de ellos, “el rodaje es un favor”, y quieren que les paguen por ello. Francamente, es posible que se hayan aprovechado de ellos anteriormente. “Te van a filmar y dirán: 'Mira a ese nativo bebiendo café'”, bromean los vecinos con una señora mayor después de su entrevista. Aunque resulta gracioso, sus palabras también esconden algo de verdad. No se puede negar la curiosidad y la empatía que se exhiben en el documental, pero a pesar de todos los esfuerzos del director y del intercambio de roles con los teléfonos, todavía prevalece la mirada del forastero.

Dirigida por José Barahona, la película es una producción de Carolina Dias, coproducida por Fernando Vendrell, para las compañías Refinaria Filmes y David & Golias.

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(Traducción del inglés)

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