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PELÍCULAS / CRÍTICAS Reino Unido

Crítica: The Bike Thief

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- El primer largometraje de Matt Chambers no tiene el mismo poder emocional que el clásico en el que se inspira

Crítica: The Bike Thief
Alec Secareanu en The Bike Thief

La primera película de Matt Chambers, The Bike Thief, es un homenaje al clásico neorrealista de Vittorio De Sica Ladrón de bicicletas. El director británico también se ha basado en el modesto argumento de la película original: un hombre que sufre cuando le roban el vehículo que necesitaba para realizar su trabajo como repartidor de pizzas. Mientras trata de encontrar la bicicleta (en esta película se trata de un scooter motorizado), descubrimos cosas acerca de la ciudad en la que vive y las dificultades que atraviesa la gente como él. Aquel italiano que deambulaba con su hijo por las calles de Roma después de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en un inmigrante rumano que recorre las estrechas calles de Londres tras el Brexit. La adaptación ha llegado al Festival Internacional de Cine de Tokio, donde se estrenó a nivel mundial, pero el problema de rendir tributo a una de las películas más sensacionales de todos los tiempos es que es difícil que no parezca una copia barata, o que no te roben la bicicleta.

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Es una película que está hecha con mucho corazón y que trata de mostrar el drama de los europeos del este en una sociedad que los mira con escepticismo, incluso en un lugar con tanta diversidad cultural como Londres, donde la mayor parte de la gente tiene distintas raíces. Sin embargo, ese hecho no hace que dejen de considerar al rumano, alias el ciclista, como una amenaza potencial para su propio bienestar financiero, sobre todo porque parece un demonio de la velocidad a la hora de llevarle los encargos a la gente hasta el salón de su casa. Alec Secareanu, que se hizo famoso por ser el protagonista de Tierra de Dios [+lee también:
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, donde interpreta a un trabajador al que contratan para la época de cría de las ovejas, interpreta con desenvoltura al ciclista y mientras pedalea y suda, sufre las penas de la vida.

Chambers comienza la película mostrándonos la vida del ciclista. Está felizmente casado con una limpiadora llamada Elena (Anamaria Marinca, que aparece en 4 meses, 3 semanas, 2 días [+lee también:
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), pero luchan por llegar a fin de mes al tener que alimentar a una hija adolescente (Alexia Maria Proca) y a un bebé. Viven en una vivienda de protección oficial donde los niños destrozan los coches por diversión. El ciclista teme que suceda algo malo, y las dificultades le persiguen como si se trataran de los nubarrones propios de los dibujos animados. Cuando su bicicleta desaparece, enseguida se percibe que se endeudará y que perderá tanto el trabajo como su casa. Ante tal situación, se enfrenta a una decisión de todo o nada, y la película nos pregunta subversivamente si la suma de dos acciones negativas puede devenir en algo positivo. ¿Lograríamos empatizar con el ciclista si se viera forzado a cometer delitos por necesidad? ¿Dónde quedaría su brújula moral y la de los espectadores? ¿Pueden ser compatibles?

La película pretende renovar el clásico resaltando una grave realidad social que se desarrolla en un mundo duro. No obstante, la película de De Sica también fue una maravilla de la época a nivel técnico y de innovación, y eso es más de lo que cabría esperar de una película que no se ha realizado en una época de innovación tecnológica, por no hablar de que se trata de una película de bajo presupuesto. Por su parte, la película de Chambers nos brinda unas estupendas imágenes del director de fotografía premiado, Nanu Segal, y una buena banda sonora compuesta por Graham Hastings (de la banda escocesa Young Fathers). El final es agitado y brusco, y Chambers no logra que funcione el dilema moral que constituye el centro de la película de que la vida nos puede forzar a hacer cosas impensables para proteger a nuestra familia. No parece del todo acertado plantearlo como un cuento en la Gran Bretaña del Brexit.

La película es una producción de Ugly Duckling Films y Ellipsis Pictures, en colaboración con Twickenham Studios.

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(Traducción del inglés por Patricia Caravaca Blasco)

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