Crítica: Sous le béton
por Fabien Lemercier
- Con su primer largo, Roy Arida firma el anti-El gran azul siguiendo a un buzo que intenta superar un récord mundial para escapar de la presión de un nocivo Beirut
“Hasta 70 metros es viable, estás habituado y acompañado. Pero a 300 metros, el riesgo es enorme. ¿Cuántas personas se han sumergido a 300 metros? ¿Cuántas volvieron?” Sous le béton [+lee también:
tráiler
ficha de la película], el primer largometraje de ficción de Roy Arida (nacido en Beirut y graduado en la Fémis de París), se ambienta en el universo físico y realista de la inmersión submarina con oxígeno. La película se estrenó ayer en la sección 1-2 del 36º Festival de Varsovia y se proyectará el domingo en la sección Perspectives del 11º Festival Internacional de Cine de La Roche-Sur-Yon.
Un desafío audaz para un joven cineasta debido a las dificultades inherentes a las tomas submarinas, que suelen limitar este tipo de películas a superproducciones donde el mito triunfa sobre la realidad. Pero Roy Arida consigue sortear las dificultades y mantener el rumbo al centrarse en una línea intimista que roza el documental, sin renunciar al vasto mundo, el de una metrópolis libanesa tumultuosa y opresiva, y a las silenciosas profundidades acuáticas.
Anuncios de atentados suicidas en la radio, columnas de humo negro en el horizonte, atascos inextricables, agresión sonora permanente (sirenas, helicópteros, etc.), paisaje repleto de casas y de construcciones en curso, gente emborrachándose en los bares a orillas del mar, negociaciones difíciles en el día a día de una profesión exigente en cuanto a rapidez y adaptabilidad: Alain (Alain Najm) sólo se divierte en el club de submarinismo donde es instructor y en esos momentos de magia donde, en la impresionante calma submarina, puede cruzarse con una inmensa manta raya y escapar durante unas horas de una vida crepuscular en la superficie. Por pura pasión, por desagrado hacia su vida fuera del agua (“aunque no se vea nada a esa profundidad, es mejor que la realidad que nos rodea”) y por desafío personal existencial, da la espalda a las convenciones, a los patrocinadores, a los protocolos oficiales y a la eventualidad de la aprobación de su desempeño para adentrarse en territorio desconocido e intentar batir el récord del mundo de profundidad con oxígeno. Con su pequeño equipo empieza los preparativos de una operación minuciosa y arriesgada…
Pruebas de entrenamiento para una inmersión a 200 metros (de una duración de seis horas en total), distribución a lo largo del recorrido de tubos de repuesto, reducción del campo de visión con efecto túnel, cuerda para no soltarse, paradas de descompresión que se deben respetar a la vuelta, gestión del estrés y del miedo de unos y de otros: el realismo, la temporalidad y las fantásticas tomas submarinas firmadas por Arthur Lauters dotan a la película de una amplia gama de elementos de suspenso que el director utiliza con acierto para demostrar que, a pesar de contar con un argumento bastante sencillo fuera del agua (pero grabado con intensidad y presencia por el director de fotografía Jacques Girault) y de unos medios de producción modestos, tiene madera de cineasta puesto que no tiene miedo; un potencial que deseamos ver desarrollado con más medios.
Sous le béton ha sido producida por Stank. Indie Sales gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del francés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.