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SAN SEBASTIÁN 2020 Competición

Crítica: Beginning

por 

- En su cautivador primer largometraje ambientado en Georgia, Dea Kulumbegashvili se cuestiona las normas de la sociedad a la que han dado forma las religiones abrahámicas

Crítica: Beginning
Ia Sukhitashvili en Beginning

“Me miro en el espejo y veo a una extraña que me devuelve la mirada”, dice Yana (Ia Sukhitashvili), que abandonó su carrera como actriz para casarse con David (Rati Oneli), un misionero de los testigos de Jehová. Ahora comienza a tener dudas sobre las decisiones que ha tomado en su vida pero, ¿es posible que la capacidad de elección sea solo una ilusión? Beginning [+lee también:
tráiler
entrevista: Dea Kulumbegashvili
ficha de la película
]
, el fascinante primer largometraje de la directora georgiana Dea Kulumbegashvili, plantea grandes y complejas preguntas sobre la libertad, la religión y la igualdad en las sociedades patriarcales. La cinta desafía constantemente al público, tanto con sus elecciones estéticas, como el uso de encuadres fijos que dejan espacio para la contemplación, como con sus escenas transgresoras, ante las que resulta tan difícil aguantar la mirada como apartar la vista. La escena de un terrible ataque se desarrolla en medio de un escenario que recuerda a las representaciones artísticas del Cielo, logrando que resulte visceralmente horrible y hermosa al mismo tiempo. Antes de proyectarse en la competición del Festival de Cine de San Sebastián, Beginning fue seleccionada en Toronto y recibió el sello de Cannes 2020. Este extraordinario trabajo confirma el gran talento de Kulumbegashvili tras sus cortometrajes Invisible Spaces (2014) y Léthé (2016), ambos presentados en Cannes.

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La primera escena establece hábilmente los grandes temas de la película, gracias a un estilo convincente propio de un thriller de acción. David está dando un sermón sobre Abraham desde el púlpito, mientras proyecta en una pantalla imágenes sobre los actos finales de sacrificio, una historia que conecta el judaísmo, el cristianismo y el islam, estableciendo la superioridad de una única figura dominante, y cómo esta relación es aún más valiosa que la que mantienen padres e hijos. De forma naturalista, el uso de un proyector permite a Kulumbegashvili jugar literalmente con las luces y las sombras de la habitación, lo que hará de forma más alegórica durante el resto de la película.

Las cuestiones sobre lo que está bien y lo que está mal impregnan la película, a medida que surgen y se enfrentan ideas sobre la naturaleza del pecado. Si el hecho de intentar asesinar a tu propio hijo puede estar justificado, ¿qué más está permitido? Antes de que David llegue al final de su sermón, un cóctel Molotov provoca un incendio en el edificio. Los culpables han sido grabados por las cámaras de videovigilancia pero, curiosamente, la policía le pide a David que borre las imágenes. La investigación policial revela un deseo brutal por mantener el status quo, en lugar de buscar justicia. Los Testigos de Jehová son vistos como una extraña secta minoritaria dentro de una sociedad predominantemente ortodoxa, por lo que son condenados al ostracismo. Por su parte, David se niega a borrar la cinta. ¿Acaso es posible borrar tan fácilmente algunas cosas de nuestra conciencia y nuestra memoria?

Kulumbegashvili emplea la inmovilidad de la cámara para resaltar la exasperación de Yana. Ya sea sentada en su escritorio o en la cocina, la duración de las escenas transmite la frustración de su propia vida. Se trata de cine en estado puro: Pasolini desde la perspectiva de una mujer. Yana sufre depresión, a medida que le enseña a su hijo la religión que ha heredado, donde los roles de género en la sociedad están muy definidos. Yana quiere volver a sentir, probarse a sí misma, en lugar de limitarse a ser una madre que transmite a otra generación las mismas ideas y pensamientos. Ia Sukhitashvili ofrece una excelente interpretación, y la solución a la que llega para aliviar su dolor es tan abrasiva e inquietante que hace que los personajes femeninos de las películas de Lars von Trier parezcan dóciles. Estamos ante una película que merece ser vista, discutida y premiada.

Beginning es una cinta franco-georgiana producida por First Picture, Office of Film Architecture y Zadig Films. Wild Bunch International se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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