22/07/2020 - Producida por la suiza Adok Films, al igual que su anterior Los fantasmas del Caribe, Hijos del viento está a punto de comenzar la última fase de edición, prevista para finales de agosto

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crítica
ficha de la película] concluye una interesante trilogía dedicada al país natal del director colombiano Felipe Monroy, afincado en Ginebra y exalumno de la Haute École d'Art et de Design (HEAD). La historia empezó en 2014 con Tacacho (que obtuvo el premio Fleury-Mérogis Prison en 2014) y continuó con Los fantasmas del Caribe (Selección Oficial de Visions du Réel 2018). Una vez más, José Michel Buhler de Adok Films, junto con la compañía francesa Les films d’ici y la colombiana Totiante DC, apoyan al director como productores de esta película tan audaz como necesaria.

Los fantasmas del Caribe, que se encuentra en la recta final de la edición antes de entrar en la fase de posproducción prevista para el mes de noviembre, fue uno de los cinco proyectos seleccionados por Swiss Films para ser presentados en el Swiss Previews del Festival Visions du Réel 2020. La película, resultado de una investigación exhaustiva y de una gran sensibilidad, busca distribuidor y un festival donde proyectarse.

El conflicto armado en Colombia y sus terribles consecuencias han ocupado un lugar central en la filmografía de Felipe Monroy desde su primer largometraje, Tacacho, que daba voz a las víctimas de violencia encarceladas en una espiral de precariedad y miedo. Por su parte, Hijos del viento se centra en un tema muy conocido en Colombia del que es peligroso hablar: el de los “Falsos positivos”, civiles inocentes que fueron secuestrados y asesinados por las fuerzas armadas del presidente Álvaro Uribe, acusados de ser “guerrilleros” peligrosos. ¿Qué pretendían con eso? Promover la idea de la eficacia del ejército y de los paramilitares para combatir el tráfico ilegal por parte de la guerrilla. De hecho, el presidente Uribe introdujo un plan de ascenso para graduados y un plan de pago para soldados, en compensación por cada enemigo guerrillero asesinado. Las ramificaciones de dicha “recompensa”, denunciadas por las madres (Las Madres de Soacha) de los desaparecidos  ̶“que el viento se llevó” (para citar el título de la película) ̶ , son reales y aparecen muy bien documentadas en la película.  

Es imposible perdonar y borrar de la memoria el conflicto armado colombiano con sus atroces consecuencias. Felipe Monroy siempre se ha posicionado en contra de todo intento de hacer desaparecer cualquier evidencia de esta violencia inadmisible, insistiendo en la necesidad vital de los recuerdos para que las personas puedan construir sus vidas y encontrar un destello de equilibrio en un lugar donde dicha palabra ya no significa nada.  

Por último, la necesidad urgente contar la historia de los que sobrevivieron (Doris, Maria, Betriz, Mauren y Carlos) a través de la película fue lo que animó al director y le dio la fuerza para documentar el horror que tuvo lugar en su país.

Además de asumir el riesgo que implica expresarse de forma pública, los protagonistas (incluido el director) rechazan el papel de víctimas que la sociedad los obliga a interpretar, ya que prefieren ser dueños de su propio destino. Y, por consiguiente, a través de los testimonios de estos personajes clave, que se encuentran en el lado de los oprimidos, Hijos del viento se convierte en un verdadero acto de resistencia.

(Traducción del italiano)