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SHEFFIELD DOC FEST 2020

Crítica: Camagroga

por 

- El documentalista español Alfonso Amador propone un retrato exhaustivo del cultivo de la chufa en el pueblo de Alboraia, cercano a Valencia

Crítica: Camagroga

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, el segundo largometraje documental de Alfonso Amador tras una larga carrera dedicada a la ficción, se presenta como una de las películas más tranquilas y relajantes del año. El tema no podría ser más específico: el director explora la agricultura en la zona de La Huerta de Valencia, más concretamente el cuidadoso proceso de recolección de las chufas (cuya leche es el ingrediente principal de la horchata). Esta pausada película (a veces soporífera) ha tenido su estreno mundial en la edición online del Sheffield Doc/Fest de este año. En otoño, la cinta volverá a proyectarse en la versión física del festival.

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Camagroga es una película con una clara distinción estética y una sensibilidad evidente hacia los personajes y el mundo que retrata, pero que no logra acelerar el pulso del espectador. Una buena comparación sería la reciente Honeyland [+lee también:
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, nominada a dos premios Óscar el año pasado, que se centra de manera similar en la producción de alimentos artesanales y las personas que mantienen vivas estas tradiciones. Camagroga es igual de exuberante a nivel visual, pero carece de conflicto y urgencia. El proceso de casting en el mundo del cine ha sido descrito como un "arte oscuro", aunque tal vez esto solo se aplica al documental, como en el caso de la familia de agricultores elegida por Amador, que se mantiene opaca a lo largo de la narrativa cíclica y repetitiva de la película.

Rodada en formato académico y con los bordes del encuadre curvados, la cinta de Amador nos introduce en el mundo pausado del cultivo de la chufa a través de las distintas etapas de su ciclo vital. La familia protagonista, que supervisa este proceso agrícola, está compuesta por tres generaciones: el abuelo Antonio, su hija Inma y el hijo de esta, Marc (en una elipsis intrigante, nunca llegamos a descubrir el destino del padre de Marc). La película se divide en cuatro segmentos marcados por las estaciones del año, que llevan por título los nombres en dialecto valenciano (por ejemplo, tardor en lugar de otoño). Esta estructura proporciona una idea precisa del tiempo requerido para que los cultivos crezcan adecuadamente, así como del intrincado proceso de cosecha necesario para refinar y almacenar los frutos. Los humanos abandonan el foco cuando la cámara comienza a deleitarse con las imágenes de las nueces pasando a través de tubos de metal e instalándose en enormes montones en un almacén de varios niveles. Sin embargo, a diferencia de muchas grandes películas centradas en la comida, echamos en falta el elemento "pornográfico": la película no logra transmitir una sensación táctil de lo que realmente se siente al disfrutar de este refinado manjar.

Camagroga también recuerda a algunas de las películas del neorrealista italiano Ermanno Olmi, que compartía un enfoque similar sobre el trabajo agrícola y el orgullo que provoca cuidar la tierra. Cuando Amador entrevista a los trabajadores, se muestra especialmente interesado en sus motivaciones para continuar con una tradición que se remonta al siglo XIX y que aporta poco beneficio en el mundo moderno de la producción industrial de alimentos. Para el abuelo Antonio, se trata de algo simple: "Cuando La Huerta te atrapa, no hay nada más hermoso, porque si vives la tierra, vives la vida". Un sentimiento conmovedor, pero que nos deja con ganas de saber mucho más sobre los propios agricultores, en lugar de observar simplemente su infatigable trabajo en la pantalla.

Camagroga es una producción española de Xavier Crespo para Dacsa Produccions. La cinta ha recibido el apoyo de la Conselleria d'Educació, Cultura i Esport, la Generalitat Valenciana y el Institut Valencià de Cultura.

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(Traducción del inglés)

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