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BERLINALE 2020 Generation

Crítica: Palazzo di Giustizia

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- BERLINALE 2020: El primer largometraje de ficción de la documentalista Chiara Bellosi oscila entre la temática de la legítima defensa y la observación humana de las personas implicadas

Crítica: Palazzo di Giustizia
Daphne Scoccia y Giovanni Anzaldo en Palazzo di Giustizia

Los gestos y las miradas son los elementos fundamentales en Palazzo di Giustizia [+lee también:
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, el debut de ficción de Chiara Bellosi, estrenado en la sección Generation 14 Plus de la 70ª edición de la Berlinale.

La historia tiene lugar durante apenas unas horas en los pasillos y la sala de un tribunal de justicia, donde el encargado de una estación de servicio está siendo juzgado por haber perseguido, disparado y asesinado a un ladrón que entró a robar en su establecimiento. Dentro de estos espacios se produce un constante intercambio de miradas entre Viale (Nicola Rignanese), el encargado de la gasolinera, Domenica (Sarah Short), su hija adolescente, Magia (Giovanni Anzaldo), el joven ladrón que sobrevivió al incidente, y su esposa Angelina (Daphne Scoccia). Son miradas cargadas de tensión, ira y malestar, especialmente en el caso de Domenica, que preferiría estar en cualquier otro lugar. La joven intenta pasar tiempo con su padre, buscando la normalidad en medio de esta dramática situación. Sus ojos también se cruzan con los de Daniele (Andrea Lattanzi), un joven trabajador encargado de arreglar el aire acondicionado en los pasillos. Al mismo tiempo, asistiendo de forma inocente al desarrollo de los acontecimientos, vemos a la pequeña Luce (Bianca Leonardi), la hija de Angelina y Magia.

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La película se centra en el dilema ético que rodea esta muerte, así como en los límites de la defensa legítima, cuestionando el "equilibrio objetivo entre acción y reacción" que defiende el fiscal del caso. Por último, percibimos la mirada cinematográfica de la directora. Una mirada que no se limita a contemplar, sino que intenta ayudar al público a entender el mundo de la película. El guion de Palazzo di Giustizia, escrito por la propia realizadora, examina los complejos mecanismos legales que operan en la sala de un juzgado. No obstante, por encima de todo, la película se centra en los mecanismos humanos que se desarrollan en los pasillos y las salas de espera. La cinta presta especial atención a las protagonistas femeninas, entre las que destacan la interpretación natural e instintiva de la maravillosa Daphne Scocci (cuyo talento descubrimos en Fiore [+lee también:
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Q&A: Claudio Giovannesi
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, de Claudio Giovannesi), y la actuación delicada y frágil de Sarah Short. La falta de conexión entre estos dos enfoques es probablemente el punto débil de Palazzo di Giustizia.

Según Chiara Bellosi, que estudió junto a Leonardo Di Costanzo, el proyecto fue planteado originalmente como un documental, inspirado en "las películas de Frederick Wiseman", uno de los grandes observadores del funcionamiento interno de los organismos institucionales. La metamorfosis del proyecto en una película de ficción, que comenzó transformando un hospicio abandonado en Turín, construido en el siglo XVIII, en el caótico y austero Tribunal de Milán, llevó necesariamente a un cambio en la dirección, generando una película mucho más ambigua. Para un público educado y acostumbrado a ver cine independiente, los dilemas morales que plantea Palazzo di Giustizia no se exploran en profundidad, provocando que las historias que se entrelazan fuera de la sala acaben perdiendo fuerza.

La capacidad de la realizadora para componer historias es impresionante, pero su representación carece del neorrealismo de Alice Rohrwacher (con la que comparte productor, Carlo Cresto-Dina), que logra encontrar la poesía en la vida cotidiana, recreándola con gran fuerza visual. Dicho esto, el encaje de la película en una sección de la Berlinale centrada en los adolescentes sugiere una visión que podría estimular la reflexión sobre el tema. Se trata sin duda de una visión de gran calidad, sobre todo gracias a la fotografía de Maurizio Calvesi y la edición de Stefano Cravero.

La cinta, que ha recibido el premio europeo EcoMuvi a la producción de cine sostenible, es un proyecto de Tempesta y Rai Cinema, coproducida por Cinédokké. Istituto Luce Cinecittà se encarga de la distribución de la película en Italia, que comenzará el 26 de marzo, mientras que Vision Distribution se ocupa de las ventas internacionales.

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(Traducción del italiano)

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