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BERLINALE 2020 Panorama

Crítica: Schlingensief – A Voice that Shook the Silence

por 

- BERLINALE 2020: Bettina Böhler pinta un retrato evidentemente fascinante sobre una vida y carrera fascinantes

Crítica: Schlingensief – A Voice that Shook the Silence

Fructífero como Fassbinder, provocador como Waters, von Trier y Seidl en comunión, y versátil como “nadie”, según el obituario que escribió Elfriede Jelinek. A lo que añadió: “‘Él lo era todo.” Grandes palabras, pero comprensibles, pues se refieren a Christoph Schlingensief (1960-2010), la figura central del documental de Bettina Böhler Schlingensief – A Voice that Shook the Silence [+lee también:
tráiler
entrevista: Bettina Böhler
ficha de la película
]
, que se estrena en la sección Panorama del Festival Internacional de Cine de Berlín de este año. Después de haberla visto, es imposible no estar de acuerdo.

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Nacido en 1960 en Oberhausen, Alemania Occidental, hijo de padre farmacéutico y madre pediatra, Schlingensief recuerda el plan de sus padres de tener seis hijos. “Les llevó nueve años y cuando llegué yo así fue, ninguno más; así que en realidad soy seis hijos”. Empezó a jugar con la vieja cámara de 8mm de su padre a los 7 años. “Dirijo”, respondía a adultos perplejos cuando le preguntaban qué le gustaba hacer. Su primer largometraje de ficción, Das Totenhaus der Lady Florence (literalmente “La casa de la muerte de Lady Florence”), se rodó en 1974. Tras ser rechazado dos veces por la Escuela de Cine de Munich (a pesar de algo de enchufe con Wim Wenders), afiló su talento mediante puestos de asistente y, a partir de mediados de la década de 1980, fue un director prolífico, independiente y profundamente clandestino.

Títulos como 100 Years of Adolf Hitler – The Last Hour in the Führerbunker, The German Chainsaw Massacre – The First Hour of the Reunification y Terror 2000 – Germany out of Control hicieron que recibiera epítetos como “artista transtornado”, “traidor” o incluso “Nestbeschmutzer” (esa excelente expresión alemana que significa cagarse en el propio nido). Trabajó con muchos actores del círculo de Fassbinder, sin olvidar a Udo Kier (que entabló conversación con Schlingensief en un bar con las palabras, “Soy Udo Kier – tu película me hizo reír hasta dejarme kaput”), e hizo las mejores migas con Tilda Swinton. Añadid numerosas producciones teatrales, a menudo en el Volksbühne de Berlín, representaciones de acontecimientos políticos, óperas en Bayreuth y Burkina Faso, exposiciones de arte en la Biennale de Venecia, proyectos para televisión, un diario personal sobre el cáncer y más. Todo en una, muy corta, vida. Pocos pueden competir. Las expresiones de Jelinek “nadie” y “todo” son perfectamente adecuadas.

A través de rico metraje de archivo, la directora Böhler ha compuesto un surtido de entrevistas con comentario del sujeto principal, una voz en off ininterrumpida que sin duda rompe el silencio. Abrumador con sus intensos 124 minutos, cada segundo parece necesario para crear un retrato realista. Aunque un conocimiento de la historia política y cultural reciente de Alemania es de ayuda, en su ausencia la cinta sigue siendo universalmente fascinante. Una de las partes más bellas retrata la tranquila vida aburguesada de los padres de Schlingensief, a veces desconcertados, pero aún así siempre alentando con cariño a su hijo, incluso cuando tira 40 kilos de pescado a un político que no gusta.

Producción y ventas de Schlingensief – A Voice that Shook the Silence vienen de mano de Filmgalerie 451, coproducida por RBB de Berlín y WDR de Colonia.

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(Traducción del inglés por Angélica Ramos)

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