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GÖTEBORG 2020

Crítica: Damas de hierro

por 

- Pamela Tola firma una película que gustará mucho a las mujeres, demostrando que a veces las chicas de 70 años solo quieren pasárselo bien

Crítica: Damas de hierro
Samuli Niittymäki, Leena Uotila y Saara Pakkasvirta en Damas de hierro

El segundo largometraje de Pamela Tola, Damas de hierro [+lee también:
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entrevista: Pamela Tola
ficha de la película
]
, estrenado este año en la sección Nordic Light del Festival de Cine de Göteborg, narra una historia sobre tres hermanas mayores de 70 años que se embarcan en un viaje por carretera cuando una de ellas, Inkeri (Leena Uotila), se da cuenta de que ha golpeado demasiado fuerte a su molesto esposo con una sartén para tortitas. La cinta presenta un tono bastante desigual, que va desde el humor escatológico hasta las reflexiones melancólicas sobre los amores perdidos. No obstante, en ocasiones resulta muy divertida.

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La película de Tola podría ser un pariente lejano (y con demencia) de títulos como Malas madres o Una noche fuera de control, con un lado travieso que se deleita con las aventuras de tres abuelas gamberras, pero lo cierto es que la historia tiene demasiado corazón y emoción como para considerarla simplemente un placer culpable. Tola, una aclamada actriz finlandesa, aporta al trío protagonista, especialmente a Uotila y Seela Sella (una divertida acosadora en serie), escenas divertidas y frases memorables por las que muchos actores matarían. Aunque este último comentario tal vez no sea el más adecuado, dadas las circunstancias.

Resulta muy revelador que cada vez que un personaje secundario entra en escena, obligando a las protagonistas a compartir el centro de atención y a sobreactuar como si no hubiera un mañana (no por mucho tiempo, al menos), la fiesta decae considerablemente. Esto también se debe al hecho de que, mientras las mujeres entienden perfectamente la fórmula dramática de la cinta, otros tienen problemas para adaptarse al tono, poniéndose nerviosos cada vez que se menciona la entrepierna de alguien.

Algunas subtramas de la película, como el glorioso pasado de Inkeri como ícono feminista, resultan un tanto incompletas, especialmente porque no es necesario imaginarla como una misteriosa "chica libre" para compartir sus penas y remordimientos. Todo esto sin mencionar que algunas escenas levantarían bastantes ampollas y provocarían una oleada de indignación si estuvieran protagonizadas por personajes masculinos, ya que ningún trasero de 20 años está a salvo cuando el personaje de Sella anda cerca. Afortunadamente, las fugitivas son absolutamente entrañables: hablando de sus achaques, bebiendo vino, enumerando los funerales a los que han asistido y guardando los mejores dulces para sus amigos, no para sus nietos. A medida que avanza su viaje, comienzan a surgir recuerdos más oscuros, relacionados con abusos y oportunidades perdidas, probablemente por culpa de otros.

"Necesito entender lo que me ha pasado", dice Inkeri, cuando debe enfrentarse de nuevo a todo aquello que nunca tuvo intención de recordar. Sin embargo, esta película no trata sobre el pasado, sino sobre el futuro. Un futuro brillante, ya que a los 70 años una puede seguir emborrachándose en un bar al ritmo de canciones rusas melancólicas, e incluso ligarse a un autoestopista al salir. Kippis por eso.

Damas de hierro es una producción de Aleksi Bardy y Dome Karukoski para la finlandesa Helsinki-filmi. The Yellow Affair se encarga de las ventas.

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(Traducción del inglés)

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