25/11/2019 - El entretenido thriller psicológico británico de Gerard Johnson es mucho más que una película sobre el culturismo

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entrevista: Gerard Johnson
ficha de la película] es bastante parecido a ir al gimnasio. Parece que va a ser un calvario y hay mucha sangre, sudor y lágrimas; pero si lo ves desde el otro lado, da mucha satisfacción. En El club de la lucha hay una maravillosa cita metafórica sobre los hombres que intentan resolver su crisis personal poniéndose más fuertes y sintiéndose más machos: “La superación personal es la masturbación”. La película de Gerard Johnson sigue esta frase al pie de la letra. El jurado lo tendrá difícil para encontrar una película tan deliciosamente absurda en la presente edición del Festival Black Nights de Tallin.

La película, grabada en blanco y negro por Stuart Bentley (¿Por qué no?), sigue a Simon Barrett (Cavan Clerkin), que trabaja en televentas y cuya esposa, Sarah (Polly Maberly), finge estar dormida cuando vuelve a casa para evitar el olor a alcohol de su aliento. Simon decide ir al gimnasio después de leer varias revistas de salud masculina que explican a los hombres cómo ponerse en forma y tener abdominales para alcanzar la felicidad. El gimnasio en cuestión es una sauna llena de machos (no hay leotardos ni clases de yoga). Simon es una bola de grasa comparado con estos hombres, por lo que llama la atención. La vida de Simon da un vuelco con la llegada de Terry, interpretado por el infravalorado Craig Fairbrass, el actor británico que juega en otra liga cuando se trata del mercado local pero que suele ser tratado con desdén por aquellos con gustos más exigentes.

Terry le da a Simon una charla preparatoria sobre mejorar su suerte. Le dice que lo va a entrenar para que alcance su máximo potencial, y se convierte en su entrenador personal. Cuando la historia da uno de sus muchos giros inesperados, parece que el máximo potencial puede significar que Simon sea más afeminado que masculino. Pero antes de llegar ahí, Simon empieza a ponerse en forma y su vida mejora tanto que se convierte en el mejor vendedor de su empresa. Clerkin hace un Robert De Niro y lo transforma ante nuestros ojos de una forma creíble pero nada excesiva. De alguna manera, la película tiene un componente de realismo social, incluso cuando la historia empieza a tomar rumbos extraños. Es un hito.

Los buenos tiempos se detienen en seco cuando Terry anima a Simon a usar esteroides para hacerse más grande y rápido. Lo convierte en un monstruo furioso que, muy pronto, pierde su trabajo y a su novia. El declive de Simon tiene elementos que recuerdan a Hyena [+lee también:
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entrevista: Gerard Johnson
ficha de la película] (2014), la aclamada película sobre policías del mismo director. Es una historia que nos aconseja que seamos cautelosos con las personas en quienes confiamos. Terry parece auténtico pero pronto se convierte en un acosador que se parece más a un hombre blanco soltero que una mujer blanca soltera. Terry se instala en la casa de Simon e invita a media ciudad a orgías donde también se consume cocaína. Ocurren tantas cosas en la película que los vecinos no tienen tiempo de espiar a través de las cortinas. Johnson, que también es guionista, disfruta con lo absurdo, y los resultados son impresionantes, ya que a veces el argumento es alegremente ridículo.

Es una película sobre la masculinidad tóxica y su impacto trágico en los hombres. Y, al igual que el ejercicio, no es para todo el mundo, pero a sus fieles les parecerá tan buena como esperaban.

Muscle ha sido producida por las compañías británicas Stigma Films, Hook Pictures y la francesa Logical Pictures. La británica WestEnd Films gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)