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ZINEBI 2019

Crítica: De los nombres de las cabras

por 

- Partiendo de abundante material de archivo, los cineastas Silvia Navarro Martín y Miguel G. Morales cuestionan la identidad, a partir del relato histórico aceptado, de las Islas Canarias

Crítica: De los nombres de las cabras

¿Quién construye la Historia de un lugar? ¿Cómo condiciona la realidad actual el legado recibido? ¿Y no es el propio cuestionamiento de algo una nueva forma de narrarlo? Todas estas preguntas -y algunas más- se hacen y lanzan al espectador los directores Silvia Navarro Martín y Miguel G. Morales, con la inestimable ayuda del editor Ivó Vinuesa (los tres firman su guion), en el documental De los nombres de las cabras [+lee también:
tráiler
entrevista: Miguel G. Morales y Silvia…
ficha de la película
]
, que se ha estrenado nacionalmente en la edición número 61 de Zinebi - Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, en cuya sección First Film compite unos días antes de proyectarse también en el 57º Festival de Gijón, en su apartado Llendes. El film, de 63 minutos de duración, triunfó en el último certamen IndieLisboa, celebrado el pasado mes de mayo (leer noticia).

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Con una banda sonora subyugante compuesta por Juan Carlos Blancas, que ayuda a alcanzar un extraño y por momentos desconcertante estado mental en quien contempla y oye el film, el título De los nombres de las cabras -película hablada en español, francés e inglés- hace referencia a cómo los pastores canarios bautizan a cada integrante de sus rebaños, en ese empeño tan humano de clasificar, definir y marcar todo lo que conoce y su vista abarca. Pero esa actitud, ilustrada maravillosamente con una divertida conversación recogida en un archivo sonoro, constituye el gran conflicto planteado en este film de naturaleza ciertamente atípica e inusual, libre y fuera de cualquier cauce o límite creativo o comercial.

Los cineastas parten de la figura de Luis Diego Cuscoy, antropólogo que a mediados del siglo XX investigó la naturaleza del guanche, el aborigen de las islas Canarias. Indagando en las cuevas donde vivía el nativo, su cámara captó lugares remotos y misteriosos de Tenerife: de ahí surgió un relato hegemónico del origen de las islas, al que se sumaron los distintos discursos impuestos posteriormente tanto por las autoridades (léase el franquismo), la religión, las conquistas varias o las clases pudientes, que eran quienes poseían medios para registrar y seleccionar lo que acontecía. Asimismo, los directores buscaron otros archivos audiovisuales, encontrando numerosos que datan entre 1920 y 1970, con los cuales crean una nueva realidad, en la que no faltan ensoñaciones, sugerencias y aromas de un tiempo pasado que tal vez nunca nadie conocerá en su total y compleja realidad.

Este documental se convierte así en una inmersión en la mentira, pues son muchos los puntos de vista y muchas las versiones vertidas sobre un mismo hecho. Con su película, sus autores plantean, según sus propias palabras, “la descolonización del conocimiento y de la mirada”, cuestionando la imagen filmada y el sonido grabado. Esa parece ser la única manera de encontrar, o al menos empezar a buscar, la propia identidad.

De los nombres de las cabras es una producción de Miguel G. Morales. De su distribución se encarga Andreea Patru.

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