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ZÚRICH 2019

Crítica: I’ll Be Your Mirror

por 

- El primer largometraje de la artista y directora suiza Johanna Faust habla de la maternidad desde un inaudito punto de vista, haciendo gala de una gran honestidad y valentía

Crítica: I’ll Be Your Mirror

La artista y realizadora Johanna Faust ha presentado su primer largometraje documental en el Festival de Cine de Zúrich, más concretamente en la sección dedicada a Suiza, Alemania y Austria. I’ll Be Your Mirror [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
es una road movie psicoanalítica en la que la directora se adentra en el pasado de su familia en un intento por darle sentido a su vida. ¿Qué significa ser madre y artista en una sociedad que todavía obliga a las mujeres a conformarse? ¿Cuáles son las consecuencias de decidir no seguir las reglas?

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A Johanna le gustaría abandonar (al menos por un tiempo) a su esposo e hijos para perseguir sus ambiciones artísticas, pero se siente culpable al respecto. Después de haber dejado de lado todos sus planes para criar a sus hijos, la directora vive bajo el peso de una existencia monótona, pero cuando se entera de que la han aceptado en un máster de Arte en Oxford, las dudas no la dejan dormir. ¿Qué debe hacer? ¿Aceptar la oferta y abandonar su hogar por un año, o resignarse a una vida muy diferente a la que siempre había soñado? De repente, el pasado de su familia y las difíciles decisiones que tomaron antes que ella su madre y su abuela comienzan a salir a la superficie, recordándole que ella no es la primera en enfrentarse a este tipo de situaciones. Su propia madre fue abandonada por su abuela, quien eligió seguir su vocación artística por encima de su familia. ¿Cuáles son las consecuencias de una decisión tan radical? Johanna emprende un viaje para encontrar la respuesta a estas preguntas, acompañada por su marido y sus hijos, que los llevará desde Suiza hasta el desierto mexicano a través de los Estados Unidos, donde ahora vive su madre.

I’ll Be Your Mirror describe con valentía y determinación los diferentes caminos que toman tres generaciones de mujeres en una misma familia, enfrentándose a las convenciones sociales, a sus propios deseos y a las exigencias de un rol, el de madre, que resulta ser mucho más complejo de lo que la sociedad nos quiere hacer creer.

La directora emprende un viaje tan real como imaginario, una especie de terapia de grupo con el objetivo de encontrar respuestas que tal vez no existen. Johanna Faust filma el cuerpo de su madre como si estuviera intentando descubrir sus secretos más profundos. Lo que busca, a través del cine, es ir más allá de la indiferencia superficial, que se ha convertido en una especie de prisión para su madre. Su mirada ausente y sus movimientos lentos hacen que a veces parezca una muñeca rota, una que ya no tiene reparación (o que no quiere ser reparada). En una escena en particular, su madre no reacciona cuando su nieto empieza a llorar después de pincharse con un cactus en el desierto, simplemente se limita a mirar su teléfono móvil. Continúa mirando la pantalla, sin inmutarse, ajena al mundo que la rodea.

Algunos detalles de su pasado, que se revelan a lo largo de la película, nos ayudan a unir las piezas de un rompecabezas humano cada vez más complejo y misterioso, en el que descubrimos las consecuencias de una infancia traumática marcada por la ausencia familiar.

"¿Podría ser que el vacío que siento dentro de mí sea en realidad el de mi madre? ¿Es posible que la ira que ella siente hacia la maternidad viva también dentro de mí". La directora se hace estas preguntas, como si la vida de su madre hubiera tenido un impacto directo en la suya. ¿Todavía es posible romper este círculo vicioso? I’ll Be Your Mirror plantea con valentía algunas preguntas sobre la maternidad que todavía son tabú y, al hacerlo, destruye el mito del supuesto "instinto maternal".

I’ll Be Your Mirror es una producción de la compañía suiza Soap Factory, que también se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del italiano)

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