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VENECIA 2019 Semana Internacional de la Crítica

Crítica: Parthenon

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- VENECIA 2019: La última película de Mantas Kvedaravičius es el resultado de una vasta documentación en Odesa, Estambul y Atenas

Crítica: Parthenon
Mehdi Mohammed en Parthenon

El último trabajo del cineasta y académico lituano Mantas Kvedaravičius, Parthenon [+lee también:
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, fue proyectado este año durante la Semana Internacional de la Crítica de Venecia. Sus dos anteriores largometrajes, Barzakh (2011) y Mariupolis [+lee también:
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(2016), exploraron con destreza temas como los sueños y la muerte, y las formas de arte y la guerra, respectivamente. En esta ocasión Kvedaravičius decide centrar su atención en el cuerpo y la memoria. Los tres años de documentación etnográfica que realizó en Odesa, Atenas y Estambul tienen como resultado esta película.

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En un prostíbulo en la falda de una fortaleza ateniense, un hombre de origen sudanés llamado Mehdi (interpretado por Mehdi Mohammed) recuerda los magníficos eventos de su vida. Su búsqueda de amor y gloria es revivida y narrada a tres personajes distintos: Anna, una protagonista con un pasado irredimible (Hanna Bilobrova); Garip, un mafioso kurdo afligido por la mala suerte (Garip Öezdem), y Sofía, una pintora de iconos que ha perdido la fe (Rita Burkovska). En una de las historias, el hombre encuentra la riqueza; en otra, se convierte en un profeta vagabundo, y en la tercera vuelve a casa con su esposa. Aunque su memoria le traiciona, Mehdi sabe que una de estas vidas será asesinado.

La película intenta presentarse a medio camino entre la ficción y el documental. Encontrar estas diferencias entre las secuencias realizadas en un set y aquellas que no lo son es un tanto complicado, lo cual es, sin lugar a duda, un rasgo admirable de la película. La difusa línea entre documental y ficción se ve reforzada por la aparición de un elenco de personajes excelente, que incluye actores no profesionales que narran vivencias propias y reales.

La cámara sigue a los actores muy de cerca: los planos detalle, los primeros planos, y los primerísimos planos son mayoría en esta película, rodada casi en su totalidad en interiores, y que tiene una atmósfera oscura y claustrofóbica. Aunque esto pueda parecer incómodo y desagradable para el espectador, encaja a la perfección con la exploración del cuerpo y la memoria que el director lituano realiza en Parthenon. En general, queda la impresión de que este trabajo está concebido como una vorágine, una especie de fluir imparable.

Esto no implica que la película tenga un ritmo acelerado. Sucede más bien lo contrario. La aproximación a la historia de esta película es más bien lenta, observadora, nos acerca de forma gradual a distintos momentos de comprensión. En esta película, la continuidad se forma sobre todo gracias a la original yuxtaposición de personajes, lugares y circunstancias que realiza el director.

Es un trabajo que se merece la atención del público, aunque es atípico y su estética agobiante probablemente supondrán un obstáculo significativo a la hora de mantener la atención del espectador y tocarle la fibra sensible. Aquellos que estén familiarizados (y disfruten) con la fusión de géneros, los documentales etnográficos y el cine contemplativo tal vez vean en Parthenon una experiencia visual enriquecedora e inolvidable. En este respecto, las decisiones que Kvedaravičius ha tomado como director son valientes y admirables. Los cineastas de este tipo garantizan el desarrollo de la experimentación en el cine y nos recuerdan (con razón) que hay muchas posibilidades sin explorar en el ámbito narrativo, más allá de lo que ofrecen las estructuras y formatos de la ficción y no ficción.

Parthenon fue producida por la lituana Studio Uljana Kim, la ucraniana ESSE Production House, la francesa Rouge International y por Extimacy Films, la productora lituana del propio Kvedaravičius.

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(Traducción del inglés por Raúl Alcantarilla)

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