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ODESA 2019

Crítica: U311 Cherkasy

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- El primer largometraje de Tymur Yashchenko, proyectado en la Competición Nacional de Odesa, pone a seres humanos en el lugar de los héroes

Crítica: U311 Cherkasy

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, el debut de Tymur Yashchenko que acaba de estrenarse mundialmente en la Competición Nacional del Festival Internacional de Cine de Odesa. Lo más probable es que los espectadores tampoco veamos a ninguno, únicamente a puñado de jóvenes intentando soportar los mareos y, una vez que se encuentran mejor, resistirse al irreprimible impulso de darle una paliza a alguien. Resulta sorprendente esta falta de figuras heroicas, ya que la película se basa en la historia real de un barco dragaminas, definido por la agencia de noticias Reuters como “el último barco crimeo de Ucrania”, que fue tomado por las tropas rusas en 2014 tras oponer resistencia durante casi tres semanas.

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Sin embargo, U311 Cherkasy no se deja embaucar por un conmovedor patriotismo que haga exclamar al público “¡hurra!”, el plato favorito de todo nacionalista, sino que comienza en 2013 mostrando instantáneas de una vida simple y complicada a la vez, pero que muy pronto dejará de ser simple. Esto es algo que Yashchenko probablemente conoce de primera mano, ya que nació en la ciudad de Cherkasy y ya ha tratado un tema similar en su cortometraje Lew, producido en Polonia. Por esta razón, desde el primero momento muestra sus intenciones en la película. Comienza con un hombre haciendo unas importantes declaraciones a un hombre con rasguños impropios de un caballero, con toda probabilidad cortesía de una chica poco satisfecha con su forma de ligar, ya borracho como una cuba en la primera escena y preparándose para salir al mar como muchos otros porque… ¿qué otra alternativa hay? “¿Se te dan bien los motores?” “Un día arreglé un tractor”, escuchamos en un delicioso y rápido diálogo al principio de la película. Este es el espíritu que Yashchenko impregna en toda su obra.

Y así sucesivamente. Cada vez que el sentimentalismo y la compasión hacen un molesto amago de aparecer son vapuleados hasta la sumisión. Recuerda un poco a algunos de estos desdichados personajes, que aprenden a cumplir las reglas y que, incluso izando la bandera para celebrar algo, se preguntan en voz alta qué comer. En su entrevista con Cineuropa, el director ucraniano atribuye la capacidad de suavizar su tono compasivo al coguionista Robert Kwilman y, de ser así, su colaboración podría ser el único punto realmente fuerte de la película. Esto se debe a que la historia está en su mejor momento nada más comenzar, haciendo poco a poco más énfasis en los ecos de la inestabilidad política que previamente muestra cambiando entre distintos canales de televisión, o que recalcan superiores del ejército en frases como: “Todos esos disturbios civiles de Kiev no tienen nada que ver con nosotros como tripulación de la marina ucraniana”.

Es a través de escenas como estas, donde Yashchenko parece demostrar que tiene futuro como director de actores, ya que sabe sacar lo mejor de los actores en unas actuaciones auténticas sin llegar a ser aburridas, adaptándose fácilmente al cambio de tono que requiere el filme cuando las cosas se empiezan a poner difíciles. Y aunque es cierto que no hay forma de escapar de algunas escenas torpes cuando la película requiere un posicionamiento claro, el director construye una violenta y convincente realidad a base de extrañas tradiciones y crueles novatadas, conversaciones sobre Maidán en un club de striptease y una de las mejores referencias a la célebre “Esto. Es. ¡Espartaaa!” que una servidora ha visto desde hace tiempo. El tema que trata U311 Cherkasy podría hacer que fuese más interesante para el mercado local, pero es su planteamiento racional el que podría llevarla más allá de sus fronteras. Como murmura un personaje en la película, “veni, vidi, vici, me cago en la puta”, y sinceramente, puede que tenga razón.

U311 Cherkasy está producida por Marta Łotysz y Iryna Klymenko para las compañías ucranianas MKK Film Service e Inter Media. MKK Film Service se encarga de su venta.

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(Traducción del inglés por David Jiménez Santonja)

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