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MÚNICH 2019

Crítica: Prélude

por 

- El primer largometraje de Sabrina Sarabi, muy bien escrito, dirigido e interpretado, trata de un joven pianista dotado que acaba de ingresar en un prestigioso conservatorio, un héroe romántico total

Crítica: Prélude
Louis Hofmann en Prélude

La guionista y directora Sabrina Sarabi ha estrenado en la sección Nuevo cine alemán de la 37ª edición del Festival de Múnich un primer largometraje muy bien dirigido, escrito sin aspavientos, puesta en escena con la moderación que requiere el tema y con interpretaciones sólidas. El escenario de Prélude [+lee también:
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es un conservatorio de música de alto nivel, con una gran sala de clase desnuda, ensayos y habitaciones monacales. El joven héroe, en el sentido más romántico de la palabra, es David (Louis Hofmann), un nuevo alumno perseverante que logra vencer el rigor implacable de su profesora (Ursina Lardi), a cuyo oído no escapan ni los errores de ejecución más imperceptibles. A estos personajes se suma Walter (Johannes Nussbaum), el rival musical y amoroso, con toques de ángel insolente, que parece experimentar un malvado placer en criticar a David con la misma insistencia metronímica con que su pelota de ping-pong rompe el silencio de la tarde.

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Y luego está Marie von Lilienthal, interpretada por Liv-Lisa Fries, con falsa ingenuidad tormentosa, cuyos vestidos floreados esconden un cuerpo menos convencional y su rostro puro, sobre un cuello grácil, con pensamientos que se presuponen astutos (como es el caso de David). Desde su primer encuentro (donde ella hace acto de presencia), David queda cautivado, arrollado y su monomanía (que se expresa a través de una mezcla de introversión y franqueza a trompicones, cualidades ideales para un pianista) cambia de objeto y amenaza con perder su oportunidad de obtener la beca de estudios en Julliard, ansiada por todos sus compañeros; además de hacer tambalear su frágil equilibrio ante de un deseo al que no puede hacer frente por alguna razón concreta como el trabajo, un deseo que le obliga a sumergirse apasionadamente en sus fantasmas.

Prélude, con un título que hace referencia a un comienzo pero también a lo incumplido, y un clasicismo que la desvía de nuestro tiempo (en este establecimiento estricto, tan germánico, donde todos son rubios y de ojos claros, donde los alumnos, cuyo porte es perfecto, se tratan de usted y tienen conversaciones elevadas sobre temas como Heimat o patria y nación, donde los enamorados se leen pasajes de libros), se relaciona directamente con la gran tradición de relatos románticos sobre los tormentos de la adolescencia y las primeras emociones amorosas, muy bien interpretados por Hofmann que, a pesar de algunos arranques emocionales que dejan entrever la tempestad que vive David en un universo que le parece hostil y ejerce presión sobre él a todos los niveles, como si todo se aliase contra él y quedase encerrado e inescrutable. Del mismo modo, la puesta en escena, muy controlada, alterna entre placer y frialdad, torbellinos oníricos y planos fijos, para recrear de forma subjetiva los problemas y las locuras propios de esta edad, sin impedirnos acceder a ellos.

Prélude ha sido producida Weydemann Bros., que también se encarga de las ventas internacionales. En Alemania, la película se estrenará el 28 de agosto, distribuida por X Verleih.

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(Traducción del francés)

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