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DOCAVIV 2019

Crítica: Once Upon a Boy

por 

- El primer largometraje documental de Uri Levi como director es una amable historia sobre una familia que lucha con la parálisis cerebral de su hijo

Crítica: Once Upon a Boy

El director de fotografía Uri Levi, más conocido por el documental de éxito Family in Transition, ha debutado como director con Once Upon a Boy [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
. La película se estrenó mundialmente en el certamen israelí de Docaviv la semana pasada y terminó de coronarse al ganar el Premio Especial del Jurado.

Ron es un niño de 10 años que padece parálisis cerebral. Sus padres de clase media-alta, Eran y Hili tienen dos hijos más: la gemela sana de Ron, Yanai y el más pequeño, Lior. Al principio de la película, los vemos sentarse para cenar, y mientras hablan de que Ron no puede jugar a los mismos juegos que sus hermanos, Yanai comienza a llorar, triste por no poder ayudar lo suficiente a Ron. Esto hace que a Eran también se le salten las lágrimas.

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En muchas de las escenas de la película aparecen ojos llorosos, pero la causa no es nunca la desesperación. Estamos ante una familia sensible en una posición difícil, y conocemos a cada uno de los miembros y sus relaciones a través de entrevistas, pero incluso más a través de los fragmentos reflexivos e íntimos.

De los dos padres, que están en la treintena, Eran parece ser el de mentalidad más positiva, ya que siempre proclama lo feliz y afortunado que es. “Conozco a muchas familias con hijos discapacitados, y nuestra historia es de lejos la mejor”, comenta. Hili, por otro lado, es más nerviosa y definitivamente parece más estresada, pero también proactiva en cuanto a encontrar maneras de aliviar la condición de Ron.

Es ella la que lucha para conseguir que su hijo discapacitado vaya a la escuela “normal” a la que van sus otros dos hermanos. Y es ella la que tiene la iniciativa de que la familia viaje a San Luis (Misuri) para que Ron pueda operarse y mitigar los problemas de las piernas y la columna.

La segunda mitad de la película se dedica completamente a esta parte crucial de sus vidas. Nunca es fácil vivir con una discapacidad en la familia, y la tensa relación de Eran y Hili se pone a prueba incluso más cuando Ron sufre un fuerte dolor tras la cirugía.                    

Pero a pesar de las discusiones inevitables que surgen entre la pareja, la fe, dedicación y amor recíproco entre ellos y sus hijos siempre prevalece. También está la abuela, la madre de Eran, quien le cuenta a Ron historias sobre un niño imaginario, Uri, una especie de doble sano de Ron, que da origen al título de la película.

El ambiente predominante del film es amable, con el respaldo crucial de la iluminación de Sheila Ferber y la banda sonora de una optimista guitarra acústica y eléctrica.

Visualmente, el método de rodaje y narración lo dicta el encuadre, lo que viene a decir que la cámara al hombro es predominante, y aunque falte elegancia (pues en ocasiones saca de escena a ciertas figuras o se acerca demasiado a los protagonistas por accidente), posee una intimidad que refleja muy bien las relaciones familiares. Eran y Hili han aceptado a Levi en sus vidas hasta tal punto que ha sido capaz de captar (e incluir en el film) fragmentos que van desde la cercanía real y casi tangible a peleas verbales que revelan sus lados más oscuros. Así que, a pesar de las lágrimas, la película se muestra tan poco sentimental como puede con este tema en particular.

Once Upon a Boy ha sido producida por la israelí Oyo Films, que también posee los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés por Mar Muñoz Lorente)

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