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VILNA 2019

Crítica: Animus Animalis

por 

- En su primer largometraje documental, sobre el mundo animal, Aistė Žegulytė va de la vida a la muerte para volver otra vez a la vida

Crítica: Animus Animalis

El primer documental de Aistė Žegulytė, Animus Animalis [+lee también:
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, presentado en la sección European Debut Competition del Festival de Cine de Vilna (del 21 de marzo al 4 de abril), incluye un subtítulo: A Story about People, Animals and Things (Una historia sobre personas, animales y cosas). Es apropiado y abarca las múltiples interpretaciones de lo que la directora intenta explorar. La película parece seguir los pasos de la nueva ola de documentales lituanos silenciosos, donde los directores pueden mirar pero Dios les prohíbe hacer preguntas directas.  

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La directora observa a cazadores, granjeros de ciervos y a los taxidermistas de un museo local. Agazapada en algún lugar, la directora lituana documenta todo su trabajo. Con un título que podría traducirse como “espíritu animal” y escenas de un sacerdote que oficia misa rodeado de animales sacrificados por su piel, el documental recuerda un poco a Spoor [+lee también:
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, de Agnieszka Holland (o Drive Your Plow Over the Bones of the Dead, la novela ecologista en la que está basada). Pero aunque algunas partes no sean aptas para cardíacos (no son tan gráficas como Safari [+lee también:
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, de Ulrich Seidl, donde la muerte lenta de una jirafa hizo que un miembro del festival abandonase la sala delante del propio director), la película de Žegulytė tiene una calidad más contemplativa y tranquila. Parece estar más interesada la reflexión sobre la vida y la muerte que en los monólogos sobre lo que está bien y lo que está mal.

Esto puede explicar la yuxtaposición constante que hace la directora: contempla los ojos vidriosos de un animal muerto para conseguir un guiño repentino. Y sí, existen trabajos similares sobre este tema, y las escenas de gusanos devorando un cadáver se han vuelto tan comunes que deberían estar prohibidas. Pero lo que salva a Žegulytė es su ojo (y oído) para lo absurdo, con escenas de la cabeza de un animal en un recipiente con agua hirviendo del que sobresalen los cuernos, o una llamada telefónica de una persona que pregunta al museo si pueden embalsamar a un tejón —una adorada mascota que todavía está viva— porque se van al extranjero y les gustaría llevarse un bonito recuerdo.

Se trata de un mundo extraño, con gente que instala en el bosque blancos de tiro con forma de animales y, por un momento, parece que los están devolviendo a su hábitat; o insectos disecados que son aclamados por parecer “reales”, como si uno dejara la vida para recrearla. Pero aunque Žegulytė, como dicen en las series estadounidenses de abogados, se acoge a la Quinta Enmienda y se niega a responder preguntas que puedan incriminarla, el mensaje de la película queda implícito en los primeros minutos, cuando los cazadores charlan después de una exitosa jornada. “Honrad a las bestias, animales”, dice uno de ellos. Es más fácil de decir que de hacer, pero vivos o muertos, siguen mirando. Igual que la directora.

Animus Animalis ha sido producida por Giedrė Burokaitė, de la compañía lituana Meno avilys, en colaboración con Kinolab and Kinfo.

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(Traducción del inglés)

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