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BERLINALE 2019 Generation 14plus

Crítica: The Red Phallus

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- BERLÍN 2019: El debut de Tashi Gyeltshen se desarrolla en un contexto interesante y emplea algunas soluciones visuales dignas de admiración, pero su ritmo lento no consigue atrapar al espectador

Crítica: The Red Phallus

El Zoo Palast acogió ayer la proyección del primer largometraje de Tashi Gyeltshen, The Red Phallus [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, presentado en la sección Generation 14plus de la 69ª edición de la Berlinale. Antes de embarcarse en este nuevo proyecto, el guionista y director butanés trabajaba como periodista para algunos periódicos y ya había dirigido tres cortos: Girl with a Red Sky (2009), Sem Gi Jurwa (2010) y The Red Door (2014). 

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La espectacular secuencia de apertura de la película muestra un paisaje montañoso cubierto de niebla. Y es que la historia de Gyeltshen está ambientada en una lejana aldea a los pies del Himalaya, y gira en torno a Sangay (Tshering Euden), una dócil chica de dieciséis años que vive con su padre, Ap Atsara (Dorji Gyeltshen), un artesano que se adhiere férreamente al estilo de vida de antaño y talla falos de madera para ahuyentar a los espíritus malignos. Ap Atsara quiere proteger a Sangay a toda costa, incluso si eso implica controlar cada uno de sus movimientos y decisiones. Este carácter de controlador compulsivo se acentúa aún más cuando descubre que Sangay tiene una aventura con Passa (Singye), un carnicero casado que la presiona continuamente para que huya con él a Timbu. 

Todos los personajes de Gyeltshen están interpretados por actores no profesionales. Si bien la elección de la joven promesa Tshering Euden para el papel de Sangay ha sido un acierto y ha ofrecido a los espectadores una interpretación realmente impresionante, no observamos la misma calidad en la interpretación de los protagonistas masculinos, que algunas veces sobreactúan exagerando su enfado y frustración, lo que hace que a menudo no resulten convincentes en pantalla (la escena en la que ambos se enfrentan es un muy buen ejemplo de ello). Otro gran problema es el ritmo de la narración. En las primeras escenas el ritmo extremadamente lento puede considerarse como una forma de introducir poco a poco al público en el mundo de los personajes y de que puedan así familiarizarse con la soledad y la opresión que siente Sangay. Sin embargo, esta lentitud acaba siendo un impedimento a la hora de mantener la atención del espectador. Por ejemplo, a lo largo de la película vemos gran cantidad de tomas interminables en las que los personajes se limitan a caminar de un lado para otro. La belleza del paisaje rural butanés en estas tomas es indiscutible, pero su larga duración no crea ningún tipo de tensión ni aporta nada significativo al argumento. Además, los personajes no están bien desarrollados; la pasividad de Ap Atsara ante las acusaciones de Passa cuando ambos se enfrentan es casi inexplicable, y el violento giro que toma la historia de Passa y Sangay puede ser un final creíble para su ­tóxica aventura, pero se presenta sin ningún tipo de cohesión ni trasfondo.

No obstante, la precisión visual de Gyeltshen es excepcional, y el diseño de sonido (cortesía de Niraj Gera) constituye en realidad la banda sonora de la película: la suave brisa, el sonido de alguien tallando madera y el crepitar del fuego contribuyen a transmitir con éxito el ambiente alienante de la aldea butanesa. Sería interesante en el futuro ver qué es capaz de hacer Gyeltshen con un guión más pulido y un reparto de profesionales.

The Red Phallus está producida por weltfilm (Alemania), Studio 108 y Zoom Out Productions (Bután) y Icefall Productions (Nepal). La empresa Asian Shadows, con sede en Hong Kong, se encarga actualmente de gestionar las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Inés Seller)

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