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GÖTEBORG 2019

Crítica: Gods of Molenbeek

por 

- Reetta Huhtanen inaugura la presente edición de DocPoint con su primer documental, una mirada a un distrito de Bruselas a través de los ojos de un niño

Crítica: Gods of Molenbeek

Es difícil encontrar otro lugar en Europa que se haya hecho tan famoso en los últimos años como el distrito Molenbeek de Bruselas. Pero aunque la directora finlandesa Reetta Huhtanen descubra su reciente mala fama de “hervidero de yihadistas”, está lejos de condenar a sus diversos habitantes. En su primer documental, Gods of Molenbeek [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, que inaugura la presente edición del Festival de Cine DocPoint de Helsinki, ese lugar que ha generado titulares acusatorios es, ante todo, un hogar.

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O eso parece para los niños que viven allí, de orígenes completamente distintos y que apenas son conscientes de ello. El chileno-finlandés Aatos, el musulmán Amine y la sensata Flo están acostumbrados a cantar “Cumpleaños feliz” en cada lengua que conocen; y, gracias a ellos, este modesto documental es encantador. Casi toda la película se desarrolla como un anuncio de Benetton donde unos niños de Bullerbyn multiculturales juegan y escuchan a las arañas, mientras la cámara los sigue al nivel de sus ojos. Hannu-Pekka Vitikainen, en su doble papel de productora y cinematógrafa, ha grabado todo en cuclillas (después de un rato, uno empieza a preocuparse por sus rodillas).

Rápidamente, Gods of Molenbeek toma forma de película gracias a sus diálogos. En parte porque Aatos, que podría haber tenido conversaciones profundas con Jean-Pierre Léaud en Los 400 golpes, es un niño muy curioso (en especial, cuando se trata de religión). “¿Dios existe? Supongo que sí pero sólo en las historias finlandesas,” dice, pero su interés va más allá, reforzado por su mejor amigo y vecino Amine. Aatos se enfrenta constantemente a “Su” presencia y se asusta cuando otros niños lo engañan para que crea que en realidad está comiendo cerdo. “No sé si lo sé,” dice cuando le preguntan por qué no se le permite comerlo, pero él está convencido de que es una característica de un auténtico musulmán. Es esa clase de película donde las reflexiones sobre la identidad  se mezclan con un comentario sobre el martillo de Thor y los hábitos alimenticios de un erizo.

Aunque la temática y la ejecución nos resulten familiares, se trata de un trabajo muy bien hecho (en especial, cuando Huhtanen evita intencionadamente adentrarse en el terreno de lo “cursi”, gracias a la divertida Flo, que amenaza con robar el protagonismo). “Si crees en Dios, estás loco. Y si te vuelves loco, deberías decírmelo”, le dice a Aatos sobre su repentino interés por la espiritualidad. Pero aunque parezca adorable, pronto empiezan a aparecer las primeras señales de maldad en forma de murmullos que cada vez se oyen más altos y claros. Los niños, antes ajenos al sonido de las sirenas, pronto ven cómo los policías revisan sus mochilas y empiezan a distanciarse. Debería ser una película sobre Molenbeek pero, en realidad, es sobre hacerse mayor, como dice Flo, “con problemas, accidentes y mal tiempo”. Y fronteras.

Gods of Molenbeek ha sido producida por Hannu-Pekka Vitikainen, de la compañía finlandesa Zone2 Pictures, que también ha sido la responsable de la cinematografía. Ha sido coproducida por Hanne Phlypo, de la compañía belga Clin d’oeil Films, y Alex Tondowski, de la alemana Tondowski Film.

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(Traducción del inglés)

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