Crítica: Non ci resta che il crimine
por Vittoria Scarpa
- En su sexto largo, Massimiliano Bruno experimenta con los viajes en el tiempo, los géneros y la criminal Banda della Magliana, en un guiño nostálgico a los 80
Dos meses tras el estreno en salas de Noches mágicas [+lee también:
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ficha de la película], la Copa Mundial de Fútbol vuelve a las pantallas italianas. Mientras que la cinta de Virzì giraba en torno a la Copa de 1990, la nueva comedia de Massimiliano Bruno, Non ci resta che il crimine [+lee también:
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ficha de la película], salta aún más atrás en el tiempo, hasta la gloriosa edición de 1982, en la que Italia se impuso sobre España. Un viaje hacia el pasado para los tres protagonistas de la película, que viven en la actualidad y son trasladados a la Roma de hace 36 años, con la extraordinaria habilidad de adivinar el resultado de todos los partidos de fútbol, con un éxito del 100 %.
Nuestro trío de patanes cincuentones se obsesiona con "ganar mucha pasta"; para conseguirlo, acaban inventando un tour ilegal sobre los criminales de la Banda della Magliana. Con chaquetas de cuero y vaqueros de campana, Moreno, Sebastiano y Giuseppe (Marco Giallini, Alessandro Gassmann y Gianmarco Tognazzi, respectivamente) quedan más o menos convincentes como guías de tour de los 70, hasta que, tras un encuentro con un viejo compañero que era acosado en el colegio y ahora es un mánager de éxito (interpretado por el propio Bruno), atraviesan, sin saber muy bien cómo y por qué, un túnel espacio-temporal que les traslada a 1982, justo a la guarida de la Banda della Magliana.
¿Qué pueden hacer? ¿Regresar al futuro, o aprovechar al máximo su ventaja de 30 años sobre todos los demás? Gracias a la memoria enciclopédica de Giuseppe, que recuerda la puntuación de todos los partidos de la Copa, el trío empieza a hacer apuestas clandestinas, ganando muchísimo dinero. Sin embargo, pronto se enfrentan al suspicaz jefe de la banda, Renatino (un malvado Edoardo Leo) y a los encantos de su amante (Ilenia Pastorelli, cuyas escenas de desnudos son quizás demasiado aparatosas). Y este no es el único camino que los tres amigos recorren para llegar a su ansiado "punto de inflexión", resultando en una película que, entre sus referencias nostálgicas, iconos del pasado y guiños a cintas como Non ci resta che piangere, Regreso al futuro y Romanzo Criminale [+lee también:
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entrevista: Michele Placido
ficha de la película], es algo confusa y azarosa, a pesar de algunos buenos gags. En este largo en el que el género de fantasía se funde con el de detectives, la diversión nunca despega del todo.
Fusionar géneros y viajar atrás a los 80 parece ser la actual fórmula mágica de Nicola Guaglianone, que escribió el film junto con Menotti, Andrea Bassi y el propio director. Guaglianone también es el arquitecto de otra película de éxito que se proyecta actualmente en salas, La befana vien di notte [+lee también:
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ficha de la película] (7 millones de euros recaudados a día de hoy), que juega con la temática del cine adolescente de los 80. Non ci resta che il crimine es sin duda una película pop que logrará atraer bastantes seguidores, pero esperábamos algo más explosivo de la combinación de viajes en el tiempo y la Banda della Magliana, algo más que el genial vestuario de la cinta.
Producida por Fulvio y Federica Lucisano para Italian International Film y RAI Cinema, Non ci resta che il crimine se estrena en más de 400 cines hoy, 10 de enero, de la mano de 01 Distribution.
(Traducción del italiano)
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