25/11/2018 - El último largometraje del director holandés Ben Sombogaart es una obra sólida que trata la crisis de los refugiados desde un punto de vista marcadamente europeo

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ficha de la película], el último largometraje del director holandés Ben Sombogaart, presentado este año en el Festival de Cine de los Países Bajos y proyectado también en el Festival Internacional de Cine de El Cairo (20-29 de noviembre), supone una nueva aproximación a la crisis de los refugiados, explorando el tema desde una perspectiva marcadamente europea (el guión corre a cargo de Tijs Van Marle y Massimo Gaudioso). Rodada en neerlandés, inglés, árabe, francés e italiano, la cinta narra la historia de Kimmy (interpretada de forma encomiable por la actriz holandesa Melody Klaver) y el tunecino Nazir (al que da vida el actor belga Nabil Mallat). Tras conocerse en la ciudad costera de Susa, ambos personajes se enamoran y deciden casarse. 

Todo cambia por completo con el estallido de la Primavera Árabe. Debido al caos que se desata en el país la pareja decide marcharse a Europa, en concreto a los Países Bajos, acompañados por su amigo Rafaël (Mehdi Meskar). Desgraciadamente, a medida que la situación empeora y los protagonistas intentan abandonar Túnez, a Nazir le impiden acompañar a su esposa embarazada, debido a que carece de los documentos necesarios. Kimmy continúa su viaje a regañadientes, mientras que Nazir y Rafaël deciden intentar cruzar el Mediterráneo de forma ilegal. El segundo intento resulta trágico para Rafaël, pero Nazir consigue llegar a Lampedusa, donde termina internado en un campo de refugiados mientras trata desesperadamente de contactar con Kimmy. La pareja logra reunirse de nuevo pero, a pesar de demostrar que son marido y mujer, a Nazir no le permiten abandonar el campamento. Ante esta situación, Kimmy se embarca en una auténtica odisea para liberarlo y conseguir que ambos puedan vivir finalmente como una familia.

Basada en una historia real, la película ofrece una perspectiva interesante sobre la crisis migratoria al centrarse en un caso con fuertes conexiones europeas, destacando el sinsentido de la burocracia. A pesar de realizar una investigación exhaustiva sobre las leyes migratorias, verificando que se cumplen todos los requisitos para la liberación de Nazir, Kimmy recibe constantemente respuestas como "solo estoy haciendo mi trabajo” o “son las reglas", mientras la envían de una oficina gubernamental a otra sin que nadie se haga responsable de la situación. Klaver expresa a la perfección la frustración de su personaje, aportando el grado exacto de desesperación, emoción y determinación. Lo más ridículo y revelador es que, al final, la protagonista debe recurrir a ‘montar una escena’ en el propio campamento, confiando en llamar la atención de los medios de comunicación con el objetivo de difundir su caso.

La historia de fondo se explica a través de imágenes difusas donde los coloridos flashbacks contrastan dramáticamente con la oscuridad y la desesperación en las que está sumido el país durante el levantamiento. A pesar de algunos problemas menores, como los sonidos irritantes, pesados y graves empleados prácticamente en todos los cortes, incluso cuando no ocurre nada dramático, y algunos estallidos de música que solo sirven para enfatizar las emociones en las escenas más sentimentales (cortesía de Hannes De Maeyer), estamos ante un trabajo sólido que nos invita a reflexionar. Si hubiese justicia en el mundo, obras como esta deberían hacer que aquellos que están en el poder se sienten y tomen nota sobre cómo adoptar una actitud más humanista y compasiva ante la situación de los refugiados.

Rafaël es una coproducción entre los Países Bajos, Bélgica, Italia y Croacia, a cargo de las compañías Rinkel Film BV, Menuet, Jaako Dobra, Evangelische Omroep y Verdeoro. La italiana Intramovies es la responsable de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)