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KARLOVY VARY 2018 Competición

Crítica: Domestique

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- KARLOVY VARY 2018: El primer film de Adam Sedlák es un drama de pareja con elementos de terror que no es ni tan terrorífico ni tan dramático como para funcionar

Crítica: Domestique
Tereza Hofová y Jiří Konvalinka en Domestique

El primer largo del joven director y guionista checo Adam SedlákDomestique [+lee también:
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, que acaba de estrenarse mundialmente en la competición de Karlovy Vary, es un drama de cámara sobre una pareja que incorpora elementos de terror, una tendencia bastante nueva en el cine checo. Sin embargo, aunque su terrorífica atmósfera y estéril diseño son remarcables, no hay suficiente drama humano, y mucho menos terror de lo que la premisa sugiere.

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Roman (Jiří Konvalinka) es un ciclista de primera categoría que intenta recuperar su forma física después de una lesión. Su mujer, Šarlota (Tereza Hofová), es una profesora cuya principal preocupación es quedarse embarazada. Y en vez de trabajar juntos para conseguir estos objetivos, cada uno se centra en el suyo propio: Roman alquila una tienda de oxígeno para que ambos duerman en su interior (algo que, salvo fetiche, no resulta muy erótico), ingiere toda clase de complementos y se somete a un lavado de sangre ilegal. Šarlota, por su parte, decide que para aumentar la probabilidad de concebir, no deben comer carne o gluten, lo cual es problemático para los atletas. Los dos se distancian emocionalmente, y sus cuerpos se van deteriorando... 

La mayor parte del metraje está ambientado en el piso de los protagonistas, un hogar estéril, dominado por grises y blancos. Esta ambientación y la atmósfera recuerdan a Goodnight Mommy [+lee también:
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, pero ello no favorece la recepción de la película por parte del espectador. Domestique sí da la impresión de ser un film de terror, pero no aporta mucho en este nivel, por lo que las expectativas no se ven satisfechas. Es casi como si los realizadores temieran adentrarse en este territorio hasta el final, y es una pena, porque la trama brinda muchas buenas oportunidades para el body horror. En cambio, después de la excesiva exposición, la cinta insiste demasiado en sus postulados, y así hasta el final de los ciertamente excesivos 119 minutos de metraje. 

Además, el drama entre la pareja resulta artificial, a pesar de su manifiesta plausibilidad y pertinentes motivaciones. Hay rencor y pequeñas broncas, y también grandes discusiones, pero dan la impresión, en sus interacciones, de ser dos desconocidos que se han  mudado a la misma casa y fingen llevar cuatro años juntos.

Y la decisión de aislarlos del mundo exterior, mostrando casi ningún otro personaje o ambientación, no comunica al espectador la presión a la que están sometidos los atletas de máximo nivel. No vemos competir a Roman, que entrena en una bicicleta estática, y por lo que sabemos, su carrera de gran ciclista podría ser un engaño, a pesar de los trofeos que vemos en el pasillo, lo suficiente lejos de la cámara como para que podamos esperar que formen parte de un giro de guion. La sinopsis nos dice que él es "un gregario, un ciclista de primer nivel, que sigue las órdenes del jefe de filas durante la carrera. Pero ya está harto de luchar por el equipo y no llevarse nada a cambio; ahora quiere conseguir su éxito individual". Sin embargo, no hay evidencia de todo esto en la película.

No obstante, el concepto minimalista está bien ejecutado, especialmente la contenida y trabajada fotografía de Dušan Husár, así como la agresiva banda sonora del grupo praguense Vložte kočku

Domestique es una producción de la compañía checa Shore Points, y la parisina Stray Dogs se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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