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CANNES 2018 Un Certain Regard

Crítica: The Harvesters

por 

- CANNES 2018: Angustias familiares en el territorio ultrarreligioso afrikáner en este primer largometraje de Etienne Kallos. Una película atmosférica, rural y tosca

Crítica: The Harvesters
Alex Van Dyk en The Harvesters

"Padre Nuestro, haga que este niño crezca fuerte, que su sangre sea fuerte, que su semilla sea fuerte", "para bien o para mal, la fuerza es lo que cuenta". Es un rincón aislado en la Provincia del Estado Libre, en Sudáfrica, donde Etienne Kallos ha elegido situar la intriga de su primer largometraje, The Harvesters [+lee también:
tráiler
entrevista: Etienne Kallos
ficha de la película
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, presentado en la selección Un Certain Regard del 71º Festival de Cannes. Un mundo de granjeros blancos, que viven en autarquía y en una fiebre religiosa constante. En particular, se trata de una familia que con la llegada de un elemento complicado procedente del exterior va a verse alterada. 

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Ese detonante es Pieter (Alex Van Dyk), un adolescente yonqui que Maria (Juliana Venter) acepta acoger bajo su techo para salvarle, mientras que su marido Jan (Morne Visser) se muestra más negativo ("tenías que elegir al peor"). De hecho, Pieter no es un camino de rosas entre sus crisis iniciales de extrañar su pasado y su poca voluntad para integrarse en un ambiente donde se trabaja de sol a sol. Hay rebaños que guiar hasta el gallinero donde se abren los huevos en incubadora y campos de trigo que solo esperan a las cosechadoras y sus cortantes cuchillas. Pero sobre todo es para Janno (Brent Vermeulen), el adolescente titular de la familia (tiene tres hermanas pequeñas) para el que ese nuevo "hermano" que se le pide acoger, ayudar ("ábrele tu corazón") es un problema. Para empezar, acarrea con él sin quererlo por el pueblo (baños en el lago, grupo de oración, partidillos de rugby entre los chavales, etc.) y luego observa con atención como Pieter, que se sentía encerrado, cambia de dirección y empieza a encontrarse muy cómodo en el mundo de la noche de un pequeño pueblo cercano. Así, Janno (que está atormentado desde hace mucho por los deseos homosexuales) verá como poco a poco los papeles se invierten. A pesar de todos sus esfuerzos por ser el niño bueno que espera su familia y de los caprichos de Pieter, es este último el que atrae toda la atención de los padres. La envidia y los secretos desvelados solo empeorarán cada vez más la situación...

Visualmente, es muy interesante por el uso de amplios paisajes, de un entorno con brumas y de interiores sombríos de una comunidad afrikáner replegada sobre sí misma en la paranoia de unos granjeros asesinados a menudo mencionados y nunca vistos. The Harvesters le añade un toque de amenazante austeridad, reforzada por la música excelente de Evgueni Galperine. El hilo conductor, el proceso en el que Janno cambia de ser espía a espiado, de ser el hijo predilecto a un desconocido, fomenta el suspense sombrío, pero también emocionante. Sin embargo, el carácter monolítico de los personajes principales y el añadido de una subtemática homosexual a una trama que ya representaba suficientemente la opresión de lo religioso, evita que la película sea redonda, pero no le impide a Etienne Kallos demostrar cualidades prometedoras para la puesta en escena. 

The Harvesters ha sido coproducida por Sudáfrica (Spier Films, Mercurial Pictures, Kallos Films), Francia (Cinéma Defacto), Polonia (Lava Films), Grecia (Heretic - Creative Producers), Suiza (Bord Cadre) y Hong-Kong (Moonduckling Films), y sus ventas corren a cargo de Pyramide International.

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(Traducción del francés por Begoña Carrasco González)

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