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PELÍCULAS Francia / Japón / Bélgica

Le Secret de la chambre noire: el retrato de un mujer

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- La nueva película de Kiyoshi Kurosawa, con un equipo completamente francés, es otra historia de fantasmas, otra variación de sus temas favoritos

Le Secret de la chambre noire: el retrato de un mujer
Constance Rousseau y Tahar Rahim en Le Secret de la chambre noire

Cuando se trata de las películas de Kiyoshi Kurosawa, el espectador nunca sabe lo que ha pasado anteriormente. Por lo tanto, nunca sabemos claramente lo que está pasando. Sus personajes vagan a través de mundos desconcertantes que poco a poco contaminan su realidad y a menudo resultan meras proyecciones melancólicas de su propio desorden interno. En esto, Kurosawa es especial, un director único en su especie que ocupa un hueco entre el cine de género y la meditación contemplativa. Su nueva cinta, Le Secret de la chambre noire [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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, que se hizo con un equipo completamente francés (Balthazar Productions y Film-In-Evolution) y está coproducida por la empresa japonesa y belga, Frakas Productions, es otra historia de fantasmas, otra variación de sus temas favoritos: amor, pérdida, memoria... y culpa. Impregnada con la poesía delicada y misteriosa tan presente en el trabajo de Kurosawa, Le Secret de la chambre noire es una historia atemporal sobre el amor y la muerte... y una reflexión sobre el cine.

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Un fotógrafo (Olivier Gourmet), que vive en el límite de la sociedad, se retira después de una gloriosa carrera para centrarse solamente en los daguerrotipos de tamaño real de su hija. Marie (interpretada por la grácil Constance Rousseau) es pálida, rubia, como una heroína de Hitchcock, y sumisa, que se sacrifica por el arte de su padre. Se pasa el tiempo posando en el sótano convertido en estudio, quedándose quieta en una especie de estructura de hierro. Desarrollado por Daguerre en 1839, el daguerrotipo  fue el precursor de la fotografía: el sujeto, expuesto a la luz, se refleja en una placa de plata pulida dentro de la cámara oscura. La placa es sensible a la luz al utilizar vapor de yodo, lo que ayuda a que la imagen se "fije" y ésta se haga visible a través de vapor de mercurio altamente venenoso. En el edificio grande y atemporal, a la vez que un poco descuidado, en el que viven,  Serge repite sin cesar este primitivo proceso fotográfico, despojando al mundo real de estas "capas de seres vivos" para convertirlos en retratos inmortales. El fotógrafo está atormentado por otra mujer, su esposa fallecida, y hace que su hija se ponga su ropa y que asuma su papel. Sus fotografías acercan los vivos a los muertos y eliminan la noción del tiempo. Aquí conocemos a Jean (Tahar Rahim, brillante en su representación de inconsciencia ingenua y despiadada), que llega como un desconocido de otra época para ayudar a Serge en su mundo suspendido en el tiempo.

En la cinta, filmada en Europa con actores francesas por primera vez, Kiyoshi Kurosawa se apodera de la idea del retrato, un tema recurrente en la cultura europea y en la literatura fantástica. Como si fuera la continuación de un relato de Edgar Allan Poe, Serge absorbe la vida de los vivos por el momento mágico en el que el tiempo se puede congelar. Pero Kurosawa va más allá. Inmortalizar a los muertos es darles vida eterna y esta transgresión del orden natural no quedará impune. El equilibrio se tiene que restablecer... Estamos hablando del arte de la fotografía y del cine, el precio que pagamos por la eternidad, y por último,  la transustanciación entre los vivos y los muertos... De todos modos, como siempre pasa con Kurisawa,  en la cinta se transmiten varios mensajes, que no se limitarán a una sola metáfora...

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En colaboración con

 

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(Traducción del francés por Amanda Navarro)

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