05/04/2017 - Compite en el 18º festival de cine europeo de Lecce la última película del polaco Jan Jakub Kolski, protagonizada por un manager que se retira en el bosque tras experimentar un gran dolor

Moto, cocaína, trabajo, sexo, gimnasio, discoteca, vídeos de peleas y carreras de coches: tal es el vórtice frenético al que nos catapulta, ya en sus primeras escenas, la última película (la decimosexta ya) del director polaco Jan Jakub Kolski. Las secuencias iniciales de Forest, 4am [+lee también:
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ficha de la película], presentada a concurso en el 18º festival de cine europeo de Lecce, nos muestran a su protagonista, Forst, interpretado por Krzysztof Majchrzak (que con Kolski ya ha trabajado en Pornografia [+lee también:
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ficha de la película], lo que le valió una nominación a los premios del cine polaco en 2004, antes de rodar Inland Empire con David Lynch), un hombre bien entrado en la edad adulta, de aspecto muy particular: pelo a lo mohicano, tatuaje tribal en la cabeza, un vistoso pendiente en su oreja y una masa muscular muy definida. Un hombre hosco, en definitiva: un gestor empresarial que machaca sin descanso a sus subordinados, se pone una peluca para salir por las noches y no soporta el ruido de las cremalleras.

“¿Pero quién es este hombre extraño?”, se pregunta el espectador mientras en la pantalla se encadenan, bajo la forma de flash oníricos, pequeños indicios que sólo al final del metraje, que supera por poco la hora y media, podrá descifrar del todo: ese coche en la calle, esa cremallera que se cierra, ese hospital… Sin embargo, apenas diez minutos entrados en el film, el escenario cambia completamente. Estamos en el bosque, por la mañana temprano, y está él, el mismo Forst, pero irreconocible: vive en una cabaña, se nutre de alimentos silvestres, lleva puesta ropa raída y duerme en un foso cavado en la tierra. Su única compañía es la de un perro de tres patas y una amable prostituta, Nata (encarnada por Olga Boladz), que hace la carretera que bordea con el bosque. Más tarde, aparecerá en su cabaña una cría, Jadzia (Marysia Blandzi), que parece proceder de la nada, dice ser huérfana y decide quedarse allí con él, aunque también en su caso descubriremos más tarde quién es en realidad. 

Se trata, pues, de una película que no explica (el guion es obra del propio director junto con el actor protagonista) o, por lo menos, no lo hace a la manera tradicional. Los diálogos son mínimos y poco o nada se sabe del pasado de estos tres personajes (hombre, mujer y cría) frágiles a su modo cada uno, dolientes y a la vez estoicos, sin miedo. Tampoco sabemos dónde van ni qué buscan. Viven el presente contentándose con un poco de comfort y de humanidad, todo ello en una naturaleza maternal, que acoge y nutre, lejos de una civilización que se esfuma gradualmente junto con la batería del lector musical de la niña de 13 años hasta su extinción. La evocación musical justamente (ese oboe fuera de la mochila y ese Don Juan de Mozart que resuena cuando y donde uno menos se lo espera) es otro elemento que el espectador tendrá que ajustar en este puzzle: una historia de luto, en ocasiones brutal, pero también de salvación, amor y solidaridad.

Forest, 4am, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el 19º festival internacional de cine de Shanghai y pasó por Gdynia y Camerimage antes de viajar a Lecce. Es la primera película de la productora del cineasta, Wytwórnia Doświadczalna, en coproducción con Centrala, K2, Audiovisual Technology Centre, EC1 Łodź – City of Culture, la ciudad de Łódź y con el apoyo del Polish Film Institute.

(Traducción del italiano)