10/03/2017 - En la segunda película de Edoardo Falcone, que 01 Distribution lleva a los cines italianos, un rico heredero está convencido de que el padre se ha encarnado en un joven embrión

Elio Germano y Fabio De Luigi en Questione di Karma

“No creí en la reencarnación en mi vida anterior y sigo sin hacerlo ahora”, escribió una vez Woody Allen. Cree en ella rotundamente Fabio De Luigi en Questione di Karma [+lee también:
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ficha de la película], una comedia de Edoardo Falcone que llega a los cines italianos de la mano de 01 Distribution. De Luigi (Tiramisù [+lee también:
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ficha de la película]) encarna a Giacomo, heredero de una dinastía de empresarios industriales de lápices de colores que de niño sufrió el trauma de ver a su padre suicidarse arrojándose de la ventana de su estudio. Giacomo tiene la sed de conocimientos de su padre, es culto, no se interesa por los negocios de la familia, es un alma pura y noble que lee el Bhagavadgītā y ve cine de Yasujirô Ozu. Es precisamente esta inclinación intelectual la que lo lleva a creer que el padre podría haberse reencarnado, creencia que se fortalecerá con el encuentro con un anciano esotérico francés (un delicioso cameo de Philippe Leroy), que, en realidad, sólo quería desembarazarse de él. El estudioso le da hasta un nombre y un lugar: Mario Pitagora, Roma.

Giacomo encuentra rápido a un hombre llamado de tal modo, al que da vida el siempre eficaz Elio Germano, quien, tras sus papeles dramáticos (Alaska [+lee también:
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ficha de la película], Suburra [+lee también:
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entrevista: Stefano Sollima
ficha de la película], Il sogno di Francesco [+lee también:
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ficha de la película]), se deja ir en esta comedia ligera. Mario Pitagora es el opuesto total de Giacomo, como en cualquier buddy movie que se precie: desvergonzado, hambriento de dinero, pésimo padre de familia y endeudado hasta las cejas. Le saldrá natural aprovecharse de la aparente ingenuidad del ricachón y jugar a hacer el papel de “papá reencarnado”. Sin embargo, el karma del título no da lugar a bromas: uno recoge lo que siembra y las cosas volverán a ir arreglándose simpáticamente al cabo de un pre-final que rememora al Keyser Söze de Sospechosos habituales.

Wildside, que produce la cinta con RAI Cinema, ha vuelto a apostar por una pareja insólita, después de Paolo Cortellesi y Antonio Albanese en Mamma o papà [+lee también:
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ficha de la película] (aún hoy en cines en Italia) y Marco Giallini y Alessandro Gassmann en la ópera prima de Falcone, Se Dio vuole [+lee también:
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ficha de la película], del 2015. De Luigi y Germano funcionan aún mejor que sus predecesores, ofreciendo una comicidad bizarra y leve que suscita más sonrisas que carcajadas: el primero, con el lunar understatement que lo caracteriza; Germano, en la piel de un personaje que se inspira claramente en aquellos magníficos gandules de los grandes años (pasados) de la comedia italiana, a quienes solían dar vida Vittorio Gassman y Albero Sordi. Tal vez, como ha subrayado el director y crítico Davide Ferrario en un artículo suyo, la maldad ha desaparecido inexorablemente en la comedia y la sátira se ha visto sustituida por la complacencia. Los tiempos han cambiado; quizá existe una mayor necesidad comprender las leyes del destino humano respecto a las del universo, como diría Rudolf Steiner, y Edoardo Falcone logra restituir con ligereza los conflictos y las armonías habituales, acompañando la contraposición (sobre todo en lo económico) de sus dos protagonistas con una madre perpleja (Stefania Sandrelli), un padrino calculador (Eros Pagni) y, sobre todo, una hermana (Isabella Ragonese) que renuncia a su papel de fría gestora posburguesa para comprender la “espiritualidad” del hermano.

(Traducción del italiano)