16/12/2016 - Erik Skjoldbjaerg se sumerge en un universo espeluznante y fascinante de llamas y sombras de la mano, en apariencia indescifrable, de un pirómano

Un silencio profundo en la penumbra, una fractura percibida por los angustiados ocupantes de una casa, una hoguera repentina inundando el lugar, una mujer anciana en peligro de muerte en el corazón del incendio… la secuencia inicial de Pyromaniac [+lee también:
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entrevista: Erik Skjoldbjærg
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ficha de la película] o su trabajo en la serie Occupied) entra inmediatamente en el hueso de su asunto, en un universo espeluznante y fascinante de llamas y sombras, físicas y psicológicas, espectaculares e íntimas, traslúcidas y misteriosas.

Pyromaniac, presentada en Toronto y a concurso esta semana en el 8º festival de cine europeo de Les Arcs, es a la vez una película de género y un triple retrato de un joven metido en la espiral de una adicción destructora y autodestructora, de una familia presa de las dudas y de una tranquila comunidad rural que trata de identificar el origen de una peligrosa perturbación. Además, la cinta es una demostración de la capacidad del director para enfrentarse sin complejos al gran público sin renunciar a dar un tratamiento fino a sus personajes ni a sumergirse en un realismo de lo más creíble. Tanto más cuanto la película se inspira en hechos acaecidos realmente, a saber, una oleada de incendios que tuvo lugar en 1978 y que ya fueron la base del libro Before I Burn, de Gaute Heivoll, del que Bjørn Olaf Johannessen ha sacado un impecable guion fundado en el hecho de que el espectador conoce bien desde el principio quién es el culpable.

Embarcados por el prólogo evocado hace unas líneas, la intriga viaja tres semanas atrás hasta una carretera en mitad de un bosque salvaje. Dag (Trond Hjort Nilssen), de 19 años de edad, enciende una cerilla y provoca metódicamente el principio de un incendio antes de volver a montarse en su coche, camino de su domicilio familiar, y esperar a que la alarma salte para acompañar a su padre (Per Frisch), jefe de la brigada local de bomberos voluntarios, en la lucha contra el fuego. Es el principio de un engranaje que nos hará ver cómo el joven siembra un pánico creciente (la gasolina se suma rápidamente a su arsenal y las casas vacías primero y ocupadas después siguen como objetivos de los incendios al sotobosque) en los alrededores (la policía lleva a cabo la investigación y los autóctonos están convencidos de que el culpable no puede ser sino un extranjero) y suscita cada vez con más fuerzas las sospechas de su madre (Liv Bernhoft Osa), a la vez que se sumerge en los meandros opacos de su doble personalidad de incendiario y de salvador, en desesperada búsqueda de una identidad de adulto, social, sentimental e interior.

Sólidamente interpretada, narrativamente rigurosa y sin florituras y técnicamente lograda, gracias, entre otras cosas, al formidable trabajo en la fotografía de Gösta Reiland y de Håkon Lammetun con el sonido, Pyromaniac resulta una película hábil e indudablemente eficaz, de una inteligencia osadamente disimulada y abierta a la interpretación, siendo como se muestra difícil para este joven integrarse en la norma y pasar por la destrucción para tratar de remediarse: un mensaje que, a la postre, se presta a una reflexión mucho más amplia de lo que en un principio podría parecer.

Pyromaniac es una producción de la noruega Glør Film en coproducción con la alemana Neue Road Movies. Su agente de ventas internacionales es la danesa TrustNordisk.

(Traducción del francés)