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ARRÁS 2016

The Spy and the Poet: infiltraciones bajo vigilancia

por 

- Identidades ambiguas y manipulaciones de la posguerra fría para una película atmosférica y refinada del estonio Toomas Hussar

The Spy and the Poet: infiltraciones bajo vigilancia

El estonio Toomas Hussar, quien destacó con su primer largometraje, Mushrooming, presentado en 2012 en Karlovy Vary antes de pasar por Toronto y de representar a su país en los Óscar, ha cambiado esta vez los recovecos del campo por los oscuros rincones de la ciudad de Tallin donde ha decidido sumergirse con The Spy and the Poet [+lee también:
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]
, una extraña historia de espionaje y contrainteligencia proyectada en la sección "Visiones del Este" del 17º Festival de Arrás.

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Al jugar con un estilo cinematográfico muy refinado y dominado en una atmósfera marcada por la monotonía y la frialdad, el director despliega una mecánica narrativa sofisticada que ilustra esta zona intermedia donde todo parece estar bajo control y sin embargo todo está sin cesar a punto de irse al garete, al igual que los dos protagonistas de la cinta, el espía Gustav (Jan Uuspõld) y el poeta Miku (Rain Tolk).

El solitario Gustav, un alcohólico arrepentido, vive una deprimente existencia de soltero mientras que su equipo estonio de servicios secretos vigila e intenta identificar a los contactos locales de los servicios secretos rusos. No obstante, al final es el enemigo quien llama a su puerta encarnado en la hermosa Nala (Lana Vatsel), una gitana enviada por los rusos para seducir a quienes consideran como un eslabón débil de la organización enemiga.

A pesar de descubrir rápidamente la estratagema, Gustav es forzado por sus superiores a dejar que la infiltración prosiga para convertirse finalmente en el cebo. Ambos bandos supervisan muy de cerca (vigilancia doble, fotografías, cámaras y micrófonos rusos en el apartamento cuya señal es interceptada por los estonios, etc.) un "idilio" cuanto ni menos, problemático, para unos y otros, ya que el autismo relacional de Gustav tarda en presentar una barrera infranqueable frente al enfoque conservador de la impetuosa Nala ("no hay química entre ellos", "no me mira", "no puedo más, es feo y muy raro").

Una situación muy difícil para Gustav, quien está a punto de explotar por la presión del objetivo hedonista de la misión ("disfruta de la vida") que alcanzará dimensiones imprevisibles al contactar con el poeta Miku, un artista alcohólico que vive de ocupa y que aparece en esta historia sin preaviso.

Toomas Hussar, muy riguroso en términos de estructuración y en la creación de una atmósfera pregnante gracias a un gran trabajo de luz del director de fotografía Rein Kotov y a unos decorados sutilmente depurados, ofrece a The Spy and the Poet una distinción particular que le permite profundizar furtiva y hábilmente el  tema de la intercambiabilidad y en la cuestión de la identidad estonia. Aunque parezca que el guion está realizado de prisa y corriendo en su última parte, esta relectura del tradicional juego de espionaje a lo John Le Carré, con la variación de que todos los secretos están expuestos, confirma la calidad de un cineasta al que merece la pena seguir.

La película ha sido producida por Ivo Felt (leer la entrevista) para Allfilm, que ha colaborado recientemente con In the Crosswind [+lee también:
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, Mandarinas [+lee también:
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(Traducción del francés)

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