email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

NAMUR 2016

Even Lovers Get the Blues: amores pop modernos

por 

- El belga Laurent Micheli presenta su primer largometraje en Namur: una producción de Stenola y Grenade en la que estudia las costumbres de los treintañeros sin complejos de su época

Even Lovers Get the Blues: amores pop modernos
Tristan Schotte y Gabriel da Costa en Even Lovers Get the Blues

Laurent Micheli viene del teatro, donde ha interpretado y puesto en escena un buen número de obras antes de fundar su propia compañía y, después, desviar su atención al cine, un medio apropiado para dar continuidad a su pasión por la interpretación y los actores. Even Lovers Get the Blues [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, presentada a concurso en la sección de primeras obras de ficción del festival internacional de cine francófono de Namur, es su primer largometraje y constituye una creación conjunta con sus actores y necesitada de la confianza de sus productoras, Stenola (Anton Iffland Stettner) y Grenade (Camille Meynard, quien, por su parte, dirigió hace dos años Tokyo Anyway, un largo en el que aparecían un dispositivo, una energía y una espontaneidad muy parecidos a las de Even Lovers Get the Blues).

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

Así pues, en esta especie de taller reconvertido a la postre en proyecto, Léo se acuesta con Louis, Dahlia se acuesta con Graciano, Graciano no sabe dónde está su lugar, Arthur se acuesta un poco con todo el mundo y Anna se acuesta con Hugo. Sin embargo, una noche, Hugo no se despierta y Ana llevará a cabo su duelo reconectándose con su cuerpo, violentándolo, escuchándolo, ignorándolo y, finalmente, liberándolo. Todos ellos se cruzan en el azar de las noches de Bruselas y después en el campo. La temporada del amor adquiere diversas formas. La narración, que arranca en el frío invernal y nocturno de las calles bruselenses, se muda en primavera a las bucólicas orillas de un lago y concluye en el calor estival de los jardines más recónditos de la ciudad. Desde los baños de un bar hasta las alcobas de un club nocturno, pasando por sofás o playas desiertas, los cuerpos se mezclan, los amores se pierden, se buscan y terminan, a veces, (re)encontrándose. Los personajes se cruzan y se alejan, las parejas se forman y se rompen, en plena experimentación de una sexualidad proteiforme, en plena búsqueda de sentimientos exaltantes que les permitan sentirse vivos. Laurent Micheli observa el malestar de su generación, que en una sociedad precarizada trata, en su modesta medida, reinventar el sexo y el amor. 

Para llevar a buen puerto su proyecto, Micheli se atreve con cierto candor con algunas escenas de sexo sorprendentemente frontales, lejos de los estándares asépticos y uniformizados de la época. Pero lejos de ser el objeto de una mera provocación, esta libertad sexual mostrada con crudeza en la pantalla le sirve al director para su propósito y responde a una cierta libertad formal de Micheli, que, dado su pasado en el teatro, aborda su película sin pasivo incorporado, desprovisto del lenguaje del cine que uno aprende en la academia. Aunque esta libertad viene acompañada de cierta falta de destreza, insufla un frescor de lo más real a la película y traduce con habilidad los tormentos de estos personajes en busca de sentido y de libertad. 

El elenco de actores (Gabriel da Costa, Adriana da Fonseca, Marie Denys, Séverine Porzio, Arnaud Bronsart, Tristan Schotte) está compuesto totalmente por debutantes en el formato del largometraje cinematográfico, lo que les confiere la convicción y la ligereza adecuada para sus personajes. 

El film ha contado con el apoyo del Centro del cine y del audiovisual de la federación Valonia Bruselas.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del francés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy