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CANNES 2016 Quincena de los Realizadores

Divines: un film deslumbrante

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- CANNES 2016: Houda Benyamina ha conquistado la Croisette con una película surgida lo más hondo de sus entrañas en la que acompañamos a dos geniales heroínas en una trepidante aventura

Divines: un film deslumbrante
Oulaya Amamra y Jisca Kalvanda in Divines

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tráiler
entrevista: Houda Benyamina
ficha de la película
]
, presentada en la Quincena de los Realizadores del 69º Festival de Cannes, la joven directora franco-marroquí Houda Benyamina se lanza —y nos lanza— en un trepidante viaje que nos deja jadeantes de emoción, como tras un paseo a toda pastilla en un ruidoso Ferrari imaginario. Al volante de este bólido, instalada tercamente en el asiento del piloto, encontramos a una joven procaz llamada Dounia (poderosamente interpretada por Oulaya Amamra) cuya mirada inteligente, tierna y a menudo risueña detrás los cristales de sus Ray-Ban (igualmente imaginarias) indica sin lugar a dudas que, aunque sea impertinente, lo es por insumisión —a la vida en los barrios marginales a la que se ha resignado su irresponsable madre (y el calificativo se queda corto), al futuro servil que se le propone, al apodo de "la bastarda" con el que se han reído de ella desde que tiene memoria—.

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Si la vida no le ha dado mucho, esta heroína total, tenaz por necesidad y con aires masculinos (aunque basta que se deshaga el moño para exhibir una belleza de mujer),cuenta con su energía (llena de humor), su descaro (el necesario para lograr grandes cosas y conseguir mucho money, como dice ella) y su amiga Maimouna (Déborah Lukumuena), que por su parte está siempre esquivando la autoridad de su familia musulmana y que, sin ser tan inquieta, sigue a Dounia en casi todas sus gamberradas y demás delitos pequeños. 

Tras una obertura musical cuya intensidad marca el tono del resto del film (la trama es acompañada por una banda original formidable que mezcla bases pesadas del hip-hop con poderosos réquiems y melodías árabes modernas completamente embriagadoras), los primeros momentos de Divines, que muestran a las dos inseparables amigas viviendo las mil y una, nos dan un retrato de esta entrañabilísima bande de filles a dos que pone de manifiesto su vitalidad y su entusiamo, irresistiblemente comunicativos.

La endiablada intensidad de las primeras escenas va dejando paso a notas más duras y viscerales, a través de la introducción de dos personajes concebidos con el mismo buen gusto que nuestras heroínas, de un lado, Rebecca (Jisca Kalvanda), la boss de la ciudad, que le coge cariño a Dounia y la va ascendiendo por la jerarquía de su mini-cártel, y del otro, Djigui (el bailarín Kevin Mischel), que se presenta a la audición de un espectáculo de danza contemporánea, y cuya musculatura, fulgurante por el sudor y las contorsiones perfectas, Dounia comienza a observar desde lo alto, encaramada en las suspensiones metálicas, dejándose invadir, a pesar de sí misma, por la fiebre de este sensual ballet. A través de estas dos figuras, se presentan ante la mirada viva y perspicaz de la joven dos mundos posibles que podría conquistar —dejándose conquistar a su vez por ellos, en cuerpo y alma (y es que, aunque se sustente en su voluntad férrea, el recorrido de Dounia tiene una sorprendente corporeidad)—. No diremos más sobre el horizonte que decidirá encarar, pero pase lo que pase, la oposición constante entre abandono y control determinará el destino de una heroína exaltada y exaltadora —al igual este primer largometraje, tan divino que casi roza la perfección—. 

Las ventas internacionales del film están a cargo de Films Boutique.

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(Traducción del francés)

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