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BERLINALE 2016 Competición

Alone in Berlin: cartas a desconocidos

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- BERLÍN 2016: El intento de Vincent Perez de adaptar un best-seller de la posguerra sobre la resistencia de ciudadanos alemanes al nazismo no acierta en el blanco en Berlín

Alone in Berlin: cartas a desconocidos
Brendan Gleeson y Emma Thompson en Alone in Berlin

A tenor de los periodistas reunidos en Berlín en la proyección de la mañana, ha debido de sentirse un poco solo, justamente, el actor suizo Vincent Perez en la proyección de gala de Alone in Berlin [+lee también:
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, su tercer largometraje, programado en la competición oficial. Hay que decir que la prensa y el público alemanes son especialmente quisquillosos a la hora de ver cine sobre el periodo más sombrío de su historia, a saber, el nazismo, y Perez no es el primero con derecho a algunos pitidos. Hasta Clooney tuvo que afrontar numerosas críticas hace dos años, con la proyección fuera de concurso de The Monuments Men [+lee también:
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La intención de la película no podía ser más loable: adaptar (junto con Achim von Borries, uno de los guionistas de Good Bye Lenin! [+lee también:
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) la novela homónima de Hans Fallada que Primo Levi en persona calificó entonces, esto es, justo después de la guerra, como "el mejor libro jamás escrito sobre la resistencia alemana al nazismo". El director vio en esa obra un "ángulo distinto", la idea de hablar de la vida de gente ordinaria bajo ese infecto régimen totalitario y mostrar que no todos los alemanes, aun entonces, llevaban el nazismo incorporado. En efecto, Alone in Berlin se inspira en una historia real y relata cómo dos padres que acaban de perder a su único hijo en la victoriosa ofensiva contra Francia empiezan a difundir en la capital teutona postales anónimas, dibujadas como la sola “prensa libre” que queda en el país, llamando a Hitler asesino e invitando al ciudadano que encontrara la carta a pasar el mensaje. Sin embargo, la empresa de Otto y Anna Quangel (Brendan Gleeson y Emma Thompson) se choca con la sumisión de un pueblo intoxicado por las primeras victorias del Führer y reducido al estado de rebaño dócil que, lejos de hacer circular las postales, acaba mandándolas a las autoridades. Así, la pareja sufrirá la persecución del detective Escherich (encarnado, por supuesto, por Daniel Brühl), quien hará gala de una determinación extrema habida cuenta del riesgo que corre si no consigue llegar hasta el misterioso autor de las cartas postales (así funciona el totalitarismo).

De esta manera, la película ofrece, por una parte, momentos íntimos y bastante conmovedores entre los dos padres sin consuelo (que rivalizan en emoción con las escenas en que vemos a Otto en la habitación del hijo, recorriéndola y tocando todos los objetos y los libros) y, por otra, el juego del gato y el ratón con un Eschrich que va ganando en intensidad a medida que avanza el relato. A pesar de todo, la fuerza de la historia original y de la novela no aparecen en la película, cuya puesta en escena, de buena factura pero bastante convencional, no se distingue por las numerosas obras ya hechas sobre este tipo de asunto. Por lo demás, la elección, comprensible pero torpemente ejecutada, de contar con algunas estrellas internacionales (a los mencionados anteriormente hay que sumar al sueco Mikael Persbrandt en la piel de un despiadado oficial de las SS) inundando su inglés con un fuerte acento alemán y alineando al resto del reparto, a saber, el resto de actores alemanes de la película, en torno a esta elección lingüística, podría ser más combustible para el motor de los críticos. Otros se contentarán con lamentar la banalidad artística del film, la ingenuidad de sus lugares comunes y el sentimentalismo de la escena final. Los más feroces sugerirán que, como en su época de actor, y, sobre todo, para abordar el lugar de los hechos, Berlín, un asunto tan delicado, Perez habría debido atender a los consejos de algún hábil Cyrano.

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(Traducción del francés)

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