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VENECIA 2014 Venice Days

Métamorphoses: hombres y divinidades en la periferia francesa

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- VENECIA 2014: Christophe Honoré revisita las páginas de Ovidio en clave moderna con un reparto de jóvenes actores revelación

Métamorphoses: hombres y divinidades en la periferia francesa

Júpiter y Baco podrían conducir un camión o aparecer tras un arbusto a lo largo de la autopista, Narciso correr en skate, Ermafrodito emerger del agua detrás de un Carrefour. Esto, al menos, es lo que parece que quiere sugerir Christophe Honoré con su nueva y sorprendente ópera, Métamorphoses [+lee también:
tráiler
entrevista: Christophe Honoré
ficha de la película
]
, una revisión en clave moderna de las Metamorfosis de Ovidio.

Para su noveno largometraje, en concurso en los Venice Days de la 71ª Mostra de Venecia, el director francés entra en el campo de la mitología griega -operación ambiciosa y no exenta de riesgos-, consiguiendo transportar de manera creíble los monstruos y divinidades en los suburbios de una ciudad francesa no especificada, entre edificios griegos, carreteras de alta velocidad y una naturaleza áspera y salvaje. Europa (Amira Akili) es una adolescente magrebí inocente y aventurera que acepta caramelos de los desconocidos. Al salir de la escuela, se sube al camión de un seductor joven de nombre Júpiter (Sébastien Hirel) que la iniciará en el mundo de los dioses y el sexo; encontrará después al feroz Baco (Damien Chapelle), que le contará cómo ha transformado a las minias en murciélagos, y finalmente le seguirá el persuasivo Orfeo (George Babluani) hasta su trágico final.

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El directo ha seleccionado, de la vasta obra de Ovidio, una veintena de episodios que se juntan entre sí para hacer un cuento único. Los mitos se mezclan el uno con el otro, mostrando humanos transformados en árboles o animales, una Venus negra, un Hipómenes de trazos chinos, muchos cuerpos desnudos, bellos, brutos, gordos y delgados, una historia sensual y estupefaciente que los ven perder la cabeza por los jóvenes mortales y descender a la tierra para poseerla. El rumor de la lluvia y el ruido de las ramas de los árboles se alternan al pasar los coches veloces por la autopista; la bellísima música de cuerda que subrayan algunos pasajes dejando paso, con desenvoltura, a notas más modernas y pop, revelando un preciso trabajo en el sonido. No son los efectos especiales los que marcan cada transformación (y la cinta se prestaba a eso), sino hábiles contrastes que, si es posible, sorprenden incluso más: en un momento vemos a los ancianos Filemón y Baucis decirse adiós, y a en seguida son dos bellísimos árboles entrelazados.

“En una época en la que se habla de Grecia solo por su deuda, quería recordar por otra parte cuánto debe el mundo contemporáneo a la cultura griega y a sus mitos”, explica Honoré. Detrás de la elección de las Metamorfosis de Ovidio, hay también un homenaje al arte del cine: “¿Qué es en el fondo el cine, sino la capacidad de transformar la realidad en algo nuevo?”. Con Métamorphoses, sus encantos y los reclamos a las leyendas que siempre nos han acompañado, la cámara se fija en ello. Y tras el visionado de esta película, conseguimos descubrir la magia incluso en los lugares más degradados, o al menos los miramos de forma diferente.

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(Traducción del italiano)

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