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CANNES 2014 Un Certain Regard

Run: ¡corre y, sobre todo, date la vuelta!

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- CANNES 2014: Philippe Lacôte relata la historia de la violencia en Costa de Marfil mediante el galopante recorrido de un personaje con múltiples identidades al que seguimos desde su infancia hasta la edad adulta

Run: ¡corre y, sobre todo, date la vuelta!

Philippe Lacôte, invitado a la sección Un Certain Regard del festival de Cannes para presentar la coproducción franco-marfileña Run [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, con la que compite por la Cámara de Oro, aporta una mirada de gran valor sobre los diferentes rostros de su país, sobre la magia que desprenden sus múltiples paisajes y sobre la nebulosa que se instala entre la realidad y los imaginarios (en plural) con su violencia, tan omnipresente que destruye casi por completo la frontera que separa la vida de la muerte.

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Es precisamente con un asesinato con lo que comienza la película, en una escena bastante hipnótica en la que vemos a un personaje caracterizado como un loco avanzar al ralentí hacia su víctima, que no es otra que el Primer Ministro. A pesar de su carrera para escapar a la condena, este joven conocido por su mote, "Run" (Abdoul Karim Konaté), nos cuenta que su vida no ha sido nunca nada más que una escapada, "como la arena en las manos de un niño", y se propone guiarnos a través de todo el recorrido que ha desembocado en su crimen.

Run, huérfano, ha efectuado esta trayectoria en tres tiempos, bajo la tutela de tres maestros distintos: primero, con Tourou, el guía espiritual, el "hacedor de lluvia"; después, con Gladys, la comilona profesional, una mujer corpulenta y llena de vida a la sombra de la cual el chico viajó por todo el país (que descubrimos mediante planos soberbios), vivió sus momentos más felices y pasó el salto a la edad adulta, y, por último, Amiral, un joven líder político nacionalista subordinado del Primer Ministro. A lo largo de este periplo existencial, Run adopta diferentes hábitos e identidades, en un proceso de transformación permanente con valor iniciático y, a la vez, explicativo de la necesidad del acto de huida hacia delante, sin dejar de vigilar sus espaldas, que lo lleva de una etapa a la siguiente.

Su ridículo papel final, instigado por su último protector, Assa (Isaach De Bankolé), es el de un loco; y cabe decir que la historia que nos cuenta Run es realmente la de un loco, que, para no decapitar a su maestro Tourou, puso los pies en polvorosa hasta cometer el acto fatal, sin otra razón en especial más que la de poner fin a su huida hacia delante.

Lacôte explica este punto de vista del loco como si le resultara perfecto para retratar a la vez a su propio país, dentro de marco de su investigación sobre la historia de la violencia en Costa de Marfil. A través del desquiciado recorrido de Run, el joven director trata de comprender lo que ha podido llevar a su país a verse abocado a un estado de violencia cotidiana tal que un inocente alumno de la escuela sentado en un banco pueda, en el instante siguiente, no ser más que un cadáver contra el polvo, en mitad de la indiferencia general.

En cuanto a la forma del film, con su organización en cuadros, a imagen de los cambios de postura de Run (de la posición de estudiante con aires de dandy a la de rey de la noche), Lacôte reproduce de manera fascinante y fascinada el modo en que él mismo descubrió el cine, a trompicones, cada vez que su madre lo llevaba al cine Magic d'Abidjan mientras se iba a hacer la compra. Run no es solamente una historia de la violencia a través del relato de un loco, sino también un hermoso primer largometraje a cargo de un loco… del cine. 

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(Traducción del francés)

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