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CANNES 2014 Apertura fuera de concurso

Grace de Mónaco: Su alteza Nicole Kidman

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- CANNES 2014: Olivier Dahan pone a la actriz australiana sobre un pedestal en un biopic novelesco, a caballo entre la fábula y el melodrama y encargado de dar el pistoletazo de salida al festival de Cannes

Grace de Mónaco: Su alteza Nicole Kidman

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, que le valió notoriedad internacional en forma de Oscar a Marion Cotillard, el director francés Olivier Dahan retrata a otra figura femenina celebérrima e igualmente salida del mundo del espectáculo: la estrella americana Grace Kelly, convertida en Princesa de Mónaco en 1956. Y es otra estrella anglosajona, la australiana Nicole Kidman, la que encarna a este personaje fuera de toda norma y situado en 1962 en la encrucijada entre dos caminos, el de actriz con el regreso a Hollywood para hacer  Marnie, la ladrona con Alfred Hitchcock y el de la necesidad de asumir plenamente su papel de soberana en un principado en situación de turbulencia política y económica. Kidman, en efecto, da con la horma de su zapato en Grace de Mónaco [+lee también:
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, presentada hoy fuera de competición en la inauguración del 67º Festival de Cannes. Kidman aparece en casi todos los planos magnificada en su combinación (altamente melodramática) de icono mediático y mujer modelo que sacrifica su carrera por su familia. A su lado, Tim Roth representa un alter ego muy sólido en su papel de Príncipe Rainiero, pero la pareja no consigue con sus interpretaciones sacar a la película de sus raíles de biopic novelesco, destinado claramente al gran público amante de las vidas familiares principescas. El tono de la cinta viene anunciado de inmejorable manera por su protagonista: "la idea de que mi vida es un cuento de hadas ya es en sí un cuento de hadas".

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La película se apoya en dos conflictos que van germinando a medida que avanza el metraje: por un lado, la crisis personal de Grace de Mónaco (infeliz de su vida en pareja, poco querida por los monegascos, encorsetada su espontaneidad natural en la etiqueta de palacio y extrañando su oficio de actriz en Hollywood) y, por otro, la de un principado con problemas financieros y amenazado de un bloqueo económico por parte de Francia (exasperada por la deslocalización de sus empresas hacia este pequeño paraíso fiscal). Al final, la Princesa asumirá su destino y el del país que tiene entre manos, en un giro encarado como la función primordial de su vida...

La preciosa fotografía de Eric Gautier es incontestablemente uno de los puntos fuertes de un largometraje que, en general, se juega sus bazas en el plano de las estrellas en detrimento de una intriga, por lo demás, interesante (sin prejuicios sobre su verdad histórica) pero cuyas desiguales peripecias se encadenan como perlas en un collar sin originalidad en mitad del desfile de celebridades (Onassis, La Callas, De Gaulle, etc.) y flashes incesantes de la prensa, como en la inauguración del gran baile con que concluye la cinta: un baile en el que la Princesa brilla a imagen y semejanza de una obra acaparada por completo por Nicole Kidman.

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(Traducción del francés)

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