email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

PELÍCULAS / CRÍTICAS

Entre Nosotros

por 

- Maren Ade desarrolla, a través de la complicidad y desacuerdos de una pareja de vacaciones, un lenguaje cinematográfico basado en un sutil sentido de la observación

Tras su premiada ópera prima Los árboles no dejan ver el bosque, protagonizada por una profesora que pierde sus lazos familiares al llegar a la gran ciudad, Entre Nosotros [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Maren Ade
ficha de la película
]
, segundo largometraje de la joven realizadora de 32 años Maren Ade, es un delicado estudio de los pequeños mecanismos psicológicos y relacionales cotidianos que sedujo al jurado del último Festival de Berlín, donde se hizo con el gran premio del jurado (ex aequo) y el Oso de Plata a la mejor actriz.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)
Hot docs EFP inside

La película, cuyo desarrollo es muy lineal, sigue de cerca a una pareja alemana compuesta por el gentil pero desenvuelto (Lars Eidinger) y la explosiva (Birgit Minichmayr). De vacaciones en Cerdeña, se encuentran a ratos solos, a ratos con una pareja de amigos, Hans y Sana, cuya relación demasiado perfecta les hace replantearse su concepto de pareja.

Las escenas se suceden con el canto de las cigarras como banda sonora de la armonía de la pareja, como cuando se inventan un muñequito de jengibre al que llaman Schnappi o cuando susurran y conspiran en contra del pesado Hans. Sin embargo, las cigarras prestan también su canto a las desavenencias y frustraciones de la pareja, que están presentes desde el principio, cuando Chris echa a Gitti de la cama, en los momentos en lo que él se cansa de escucharla o durante la noche en la que la abandona para ir a emborracharse con Hans.

Ade realiza sin prisas, en largos días de de meticuloso trabajo de rodaje, el retrato de una pareja típic, donde el espectador podrá encontrar elementos familiares y captura en los más pequeños detalles todos los grados de una complicidad vacilante, impregnándola cada vez más del sentimiento de profunda e irremediable alteridad. Este sentimiento se ve enfatizado por la llegada de otra pareja, ya que la presencia de otras personas obliga a Gitti y Chris a llevar otras máscaras distintas, lo cual no hace sino aumentan sus problemas. Ella tiene que ponerse la de excluida del grupo en lugar de la de buena anfitriona, mientra que él se convierte en el amigo demasiado amable que llega incluso a burlarse de Gitti y su propia madre delante de sus amigos para divertirlos.

El clima de conflicto se basa en un motivo esencial bastante clásico: ante la falta de atención, la indecisión y la cobardía de Chris cuando se trata de responder a sus declaraciones de amor, Gitti se vuelve cada vez más estresante, irritable e incluso un poco histérica, de modo que se aleja cada vez más en vez de acercarse. Hasta que él confiesa sus sentimientos hacia ella, que implica inmediatamente el repliegue de Gitti.

La película alcanza así su punto crítico en las “escenas” (en sentido literal y en sentido figurado) finales, orquestadas por una Gitti que a pesar de sus esfuerzos durante la película, nunca se había formado tanto escándalo, aunque al mismo tiempo recupera un cierto control sobre su relación con Chris.

Maren Ade confirma en este segundo filme que ha logrado crear su propio lenguaje, rico pero discreto, formado por innumerables observaciones de la psicología humana, un lenguaje que reconcilia a sus personajes a pesar de todas las diferencias, ya que, a fin de cuentas, lo quieran o no, los dos forman una única entidad con sus propios códigos e idiosincrasias, un universo del que sólo ellos tienen la llave.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del francés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Lee también

Privacy Policy