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Manuel Huerga • Director

"Soy un mercenario"

por 

Tras diez años apartado del cine – durante los cuales ha dirigido video clips, óperas y publicidad – el polifacético Manuel Huerga ha vuelto a la gran pantalla con gran estilo. En Cannes, se estrenó Salvador [+lee también:
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, protagonizada por Daniel Brühl, una megaproducción de MediaPro que se asume con un proyecto abiertamente comercial y que se propone contar la vida del último hombre condenado a muerte por el franquismo, que se convirtió en un símbolo de la represión del régimen. La película, que está entre las producciones nacionales más taquilleras del año en España, se prepara, en el primer semestre de 2007, para conquistar otros territorios como el Benelux, Italia, Francia, Inglaterra, Brasil y Japón.

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Cineuropa: Vuelves a hacer cine tras una ausencia de varios años, ¿por qué Salvador?
Manuel Huerga: Jaume Roures (MediaPro) me llamó un día y me dijo que quería que dirigiera la película de su vida, y la película de su vida era contar la historia de Salvador Puig. Tenía ganas de volver al cine y me animé de inmediato. Durante toda mi carrera siempre he tenido la suerte de que me hayan propuesto cosas muy apetecibles. Soy un mercenario, siempre he trabajado por encargo, pero Salvador no fue un encargo sino un regalo; una historia que además de impresionante, era necesaria.

Con un proyecto tan especial para el productor, ¿has sentido alguna vez que tu libertad creativa estaría condicionada? ¿Has podido imprimir tu personalidad en la cinta?
Creo que Jaume estaba convencido de que yo era la persona que podía llevar a buen término un proyecto tan arriesgado como éste. Él quería una gran película sobre Salvador y eso es lo que tenía yo que hacer. Se ha comportado conmigo con una confianza absoluta y yo me he implicado hasta las cejas. Me ha dado todos los medios: es una película cara para lo que es el presupuesto medio de una cinta española. Hemos trabajado los dos con Lluis Arcarazo en la escritura del guión y luego he tenido libertad para concebir la película desde un punto de vista formal y visual…

En la primera parte de la película es notorio tu background pop. Hay secuencias muy dinámicas y planes muy cortos, un poco como si fuera un video clip, mientras que la segunda parte es más convencional y los tonos son más fríos…
La primera parte es deliberadamente más pop, más dinámica, las escenas de acción están bien hechas porque hay que hacerlas bien (si no, es intolerable). Además, esa parte está concebida casi como si fuera una película coral. Salvador es solamente uno más y a mí me gusta tenerlo así, medio invisible entre los demás. La segunda parte, cuando ya está en la prisión, puede ser más convencional, pero eso no le retira mérito. Es más sombría, tiene un tiempo mucho más lento, pero ahí es donde realmente afloran las emociones y donde hay espacio para que se produzcan todo ese tipo de empatías, emociones, amores y odios que no existen en la primera parte.

¿Cómo describirías a Salvador?
Era un joven con ideas claras sobre las injusticias del mundo y eso llevó a que se comprometiera políticamente. El precio que tuvo que pagar por sus actos fue desmesurado. Es un personaje coherente con sus ideas. Tiene una enorme dignidad, no reniega de nada, no se arrepiente de nada. Los personajes de mi película son hijos del mayo del 68. Querían cambiar el mundo. Salvador no quería cargarse a Franco – Franco era lo de menos -, quería cargarse el sistema.

El personaje del policía muerto es como un fantasma. ¿Te has planteado desarrollarlo?
No hemos querido hablar del "otro muerto", como le llamó un crítico de "El País". En realidad, Francisco Anguas no queda ni bien ni mal. Sólo muere, punto. Lo que nos interesaba es Salvador; enseñar su capacidad de rebelarse. Había que contar su historia porque, aunque todo haya pasado en los años 70 en España, sigue siendo extremadamente actual. Todavía existe pena de muerte en varias partes del mundo, y todavía hay gente que sigue en prisión por sus ideas políticas.

Daniel Brühl participó en algunas películas con contenido político como Good Bye Lenin! [+lee también:
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y The Edukators. ¿Eso ha pesado en vuestra elección?

Como Salvador era una película ambiciosa, la técnica de Jaume era buscar un protagonista que pudiera abrirla a los mercados internacionales. Cuando nos pusimos en contacto con Daniel –hace más de tres años– básicamente sólo había hecho Good Bye Lenin!, pero nos pareció el actor perfecto. No solamente tenía una carrera en ascensión, sino también hablaba perfectamente el castellano y luego perfeccionó el catalán. Su presencia en la película es esencial. Da credibilidad a Salvador y hace que gane una dimensión universal.

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