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Joachim Fest • Escritor

"Representar lo que sucedió de verdad"

por 

- Es el autor de la biografía adaptada en la película La Caída, del director alemán Oliver Hirschbiegel, es una de esas películas que hacen hablar de ellas antes de que la gente las vea

La Caída (Der Untergang), del director alemán Oliver Hirschbiegel, es una de esas películas que hacen hablar de ellas antes de que la gente las vea. Lo que uno piensa de una película sin duda va más allá de simples cuestiones de gusto, pero a veces incluso ocurre que las cuestiones estéticas estén inadecuadas: es el caso cuando el personaje principal de una película es alguién como Hitler Joachim Fest es el autor de la biografía adaptada en la película La Caída. Le hemos hecho unas preguntas.

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¿Qué piensa de la desaprobación que expresó Wim Wenders cuando la película salió? ¿Por qué no enseña la película la muerte de Hitler?
Esta película recibió el apoyo entusiasta de todos los que la vieron. Me marcó especialmente la reacción de tres espectadoras de Hamburgo que, depués de la película, fueron incapaces de levantarse de su butaca durante mucho rato. De hecho, no estoy en absoluto de acuerdo con Wim Wenders cuando dice que la película no conlleva nada nuevo. ¿No sería mejor preguntarse por qué los historiadores han olvidado tanto tiempo de contarnos una fase de la Historia de tanta importancia? Nosotros hemos querido representar lo que sucedió de verdad; por eso no hemos enseñado el momento del suicidio, porque ese acontecimiento no se ha averiguado y que cada hipótesis habría podido alejarnos de la verdad y de la Historia.

Lo que representa la figura de Hitler, ¿tiene valor universal o sólo es el caso de un hombre que supo subyugar a las masas?
Lo que el siglo veinte nos ha enseñado, es que el hombre no sólo es capaz de hacer lo malo, sino que también puede hacerlo voluntariamente. Hacer lo malo no se resume a cuestiones puramente económicas o políticas. Es lo que dice la Biblia con la histoira de Abel y Cain, y aunque la Luces han revelado cosas maravillosas sobre la naturaleza humana, se las observa rara vez en la práctica porque lo malo es tan inherente al hombre como lo bueno. En ese sentido, Hitler es la negación encarnada de la filosofía de las Luces.

¿No se podría comparar el persosnaje de Hitler a las figuras tradicionales de la tragedia griega, como lo intentó Brecht con su versión de Antígona, justo después de la guerra?
Las referencias a la tragedia clásica han sido numerosas, como es lógico. Estoy de acuerdo para decir que la tragedia griega es una referencia totalmente moderna, inevitable para quien desea contar una historia con alto contenido dramático. Al mismo tiempo, y de un punto de vista puramente histórico, hay momentos en que la realidad no se corresponde con la poesía antigua. Hitler es un buen ejemplo de ello: es un personaje que, a la diferencia de los héroes trágicos, no evoluciona en ningún momento. Entre 1919 y su muerte, sigue siendo perfectamente el mismo. Semejante personaje no existe en la tragedia.

La película no se limita al relato de los últimos días del Führer, también retrata a otras figuras mayores del régimen nazi, y varias veces muestra las reacciones del pueblo y su situación, a través del ejemplo de los ciudadanos de Berlin. ¿Intenta subrayar una responsabilidad colectiva?
Me parece poco probable que las personas cercanas a Hitler no hayan sido al tanto de los horrores del nazismo. Por supuesto, no se puede estar absolutamente seguro, pero es más probable que una persona como Albert Speer supiera. En cuanto al pueblo, el problema es más complejo. Hay que decir que, paradójicamente, la distancia con respeto a los acontecimientos permite delimitar mejor la verdad; hay que decir también que las cifras de la desgracia son tan aberrantes que se las podía interpretar fácilmente como invenciones flagrantes de la propaganda de los aliados.

Se ha acusado la película de no insistir en el sentimiento alemán de culpabilidad.
Se podría hablar mucho de ese sentimiento de culpabilidad, demasiado, incluso, en mi opinión. Soy alemán y estoy cansado de ese debate eterno. Sigo oyendo que los alemanes deberían de sentirse más culpables por lo que sucedió durante el régimen nazi. Sin embargo, afirmo que, si el fenómeno nazi es alemán, el problema se extiende a toda Europa, ya que en 1933 y en los años que siguieron, y por diversas razones, nadie ha podido poner freno a esa locura en movimiento. La falta de atención a los problemas de culpabilidad que afectan a los alemanes es un falso problema que sirve para que intelectuales europeos escondan la responsabilidad de las demás naciones. Es el reflejo de un modo de pensar simplista y reductor.

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