11/07/2021 - CANNES 2021: El cineasta francés habla de su segundo largometraje, una obra muy conmovedora, simple y sutil presentada en la Semana de la Crítica

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Cineuropa: ¿Cuál era tu motivación para hacer Petite nature, volver a hacer una película en Forbach, tu ciudad natal y sobre una clase social que conoces muy bien, o hacer el retrato de un chico en la frontera entre la infancia y la adolescencia?
Samuel Theis: Era evidente que tenía que grabarse en Forbach porque retratar a este niño es también una forma de reconstruir los recuerdos de una experiencia que viví a nivel personal y de hacer un retrato de una edad que me parece muy interesante para el cine porque es el umbral de la adolescencia. Organizar un rodaje en Francia con un niño es complejo porque la legislación dice que sólo se puede grabar cuatro horas por día. Pero yo quería hablar de esta edad, de lo consciente que era a los 10 años de la violencia de mi contexto social y de la seguridad interna de que no pasaría mi vida allí, que me iría, que le daría la espalda a mi familia. A esa edad, tener claro eso es muy duro. Es una película sobre el retrato de un niño, pero sobre todo sobre la cuestión de desertar de la clase social.

Haces una descripción bastante dura de esta clase social popular, pero sin atacarla porque hay amor.
Para mí, es muy importante hacer películas que expongan esta clase social que poco a poco está desapareciendo del paisaje cinematográfico, sobre todo en Francia. Es muy importante hablar de ello, contar historias de un medio social y hacerlo con caras y cuerpos de personas que realmente procedan de esa clase social. Me interesa mucho y también grabaré mi próxima película en Forbach porque es una zona muy cinematográfica: es una frontera, una Francia sin herederos, de la desindustrialización, zonas a las que les han quitado la herramienta del trabajo con la deslocalización pero que no han sustituido con nada, abandonando a sus habitantes. Me parece triste y quiero contarlo, interesarme por las personas que viven allí, que permanecen allí. También es una región que tiene una gran historia con la inmigración y todo ello es un reflejo de la Francia actual, de las preguntas que nos planteamos.

El personaje de Johnny, en pleno despertar, de deseo, de curiosidad, encuentra un maestro en su profesor. ¿Qué mirada querías ofrecer sobre la educación?
Él representa la figura del mentor. Todos tenemos maestros en los que pensar, una persona sobre la que queremos proyectarnos. Eso ocurre cuando el adulto mira al niño primero, la mirada de alguien que cree en nosotros, que ve el potencial y que lo descubre. Estos encuentros son determinantes, sobre todo para el cambio de clase social. La escuela, en tanto que institución, es criticable porque no sé si existe en realidad lo que llamamos igualdad de oportunidades; pero en mi caso, la escuela me permitió salir. Es ambivalente, complejo, matizado.

Este deseo, esta curiosidad es también un deseo de amor de límites difusos. Además, no dudas en tratar un tema tan delicado como el despertar de la sexualidad.
Hacer una película sobre un niño es hacer una película sobre las primeras veces y yo no quería contenerme con el deseo intelectual, por ejemplo. Me baso en una experiencia personal y no pienso que la película tenga un discurso sobre la sexualidad a los diez años y, por supuesto, es muy diferente de un niño a otro. Mi deseo era mostrar que el deseo, sea el que sea, es siempre múltiple, que las realidades y las dimensiones se comunican entre sí. Porque, ¿de qué se compone nuestro deseo sexual? No es sólo la química entre dos personas, también hay una parte intelectual y una construcción mental. A menudo, he deseado a personas que podían ayudarme a ascender socialmente. Pero era muy importante para mí que en las películas los adultos fuesen irreprochables ante estas cuestiones. El niño es un explorador y a esa edad, necesita explorar sus límites, experimentar. Un niño siempre va muy lejos. Quizás era un medio, la ficción, de situar a cada uno en su lugar.

(Traducción del francés)