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IDFA 2020

Renzo Martens • Director de White Cube

“No quería ofrecer otro retrato sobre cómo las cosas no funcionan, sino uno acerca de cómo, a pesar de todo, pueden hacerlo”

por 

- Hemos hablado con el artista y director neerlandés Renzo Martens sobre su obra White Cube, estrenada en IDFA

Renzo Martens • Director de White Cube
(© Max Pinckers)

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, el artista Renzo Martens explora cómo los trabajadores de las plantaciones congoleñas pueden beneficiarse del arte, en lugar de ser víctimas de él. El cineasta desarrolla una intrigante historia sobre un grupo de artistas que redescubren su herencia y se labran un nombre en el sector como parte del Cercle d'Art des Travailleurs de Plantation Congolaise (CATPC), un colectivo de artistas fundado por los trabajadores de Lusanga, en el Congo. Sus esculturas de arcilla se escanean en 3D, se envían a un museo en Nueva York y se reproducen en chocolate. El plan de Martens para revertir la gentrificación en la República Democrática del Congo parece funcionar, ya que los trabajadores de las plantaciones utilizan los ingresos de su arte para comprar las tierras explotadas a la empresa Unilever, con el objetivo de establecer allí un proyecto agroforestal. White Cube tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), como parte de la sección oficial y la competición al mejor documental holandés. Nos hemos reunido con el director para hablar sobre las ideas detrás de este proyecto.

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Cineuropa: ¿Cómo fue el estreno en IDFA?
Renzo Martens:
Fue un momento especial, porque la película también se proyectó en las paredes del cubo blanco en Lusanga. Realmente fue un estreno mundial, ya que los miembros de CATPC y una delegación de la comunidad estaban viendo la película. En mi opinión, estas plantaciones son el centro del mundo. Conseguimos una conexión por satélite entre Lusanga e IDFA. A pesar de todos los problemas con el Covid, fue un momento hermoso y profundamente conmovedor. Sirvió para fortalecer el vínculo de confianza. El hecho de ver la película juntos a distancia confirmó esta unión, y es algo que realmente me conmovió. Hay grandes problemas en el mundo, y no es tan habitual, al menos en mi experiencia, que la gente exprese solidaridad entre continentes, clases y razas, y que además sea un sentimiento auténtico.

¿Cómo se relaciona esta película con tu trabajo anterior, Enjoy Poverty?
Creo que, en muchos sentidos, White Cube es un apéndice enorme de Enjoy Poverty. En 2008, traté de mostrar la desigualdad en el mundo: las viejas estructuras coloniales, donde los trabajadores ganan 100 dólares al año, mientras el director ejecutivo de Unilever gana 10 millones al año. La diferencia es un factor de 100.000. Lo que muestra Enjoy Poverty es que, incluso los intentos de eludir este sistema a menudo solo benefician a las personas que se encuentran en el extremo ganador de la brecha. Y esto ocurre a pesar de tener las mejores intenciones. Un fotoperiodista entregado, que decide mostrar la injusticia en el mundo, probablemente tendrá que vender sus imágenes a una agencia de noticias para abastecer los gustos e intereses de una audiencia global. Las estructuras son tan fuertes que incluso los agentes que se ocupan de aliviar el sufrimiento acaban aportando más capital a los ricos que a los pobres. Y yo soy parte de esa desigualdad. Por muy crítico que seas, parece que no hay salida. El mensaje de Enjoy Poverty es duro y contundente. Más tarde, cuando presenté la película en la Tate Modern, descubrí que el museo estaba patrocinado por Unilever, la misma empresa que administra estas plantaciones del Congo, en las que pagan 10 dólares al mes. Me alegro de que Unilever ame el arte, pero esto presenta un problema: ellos socavan la credibilidad de ese mismo arte. ¿Cómo puedo creerme las declaraciones críticas de Ai Wei Wei sobre los regímenes políticos opresores, o sobre la crisis de los refugiados, cuando está financiado indirectamente por personas que ganan 10 dólares al mes? El mensaje es claro: los beneficios del arte deben distribuirse por igual, por eso decidí que era necesario intentarlo de nuevo. No quería ofrecer otro retrato sobre cómo las cosas no funcionan, sino uno acerca de cómo, a pesar de todo, pueden hacerlo. Ha habido muchos altibajos, y realmente me equivoqué desde el inicio del proyecto en 2012, pero al final, solo tuve que crear un campo de juego equilibrado para que los artistas de la plantación pudiesen prosperar.

El proyecto es más grande que la propia película. ¿Qué surgió primero?
El proyecto se ha manifestado de muchas otras formas. Las esculturas se han exhibido en varios lugares, y ahora también hay un museo en la plantación. Estos son medios en sí mismos. Debo reconocer que el hecho de filmar todos estos desarrollos a menudo era una idea posterior, porque estábamos muy ocupados haciendo avanzar el proyecto. En realidad, la película es solo una parte de todo lo que sucedió. En cierto modo, hacer una película sobre ello también es otra forma de financiar el proyecto. No es que una parte del presupuesto de la película fuese destinado al proyecto, sino que el objetivo es que la película genere conciencia sobre los artistas para que el público pueda reconocerlos y apoyarlos. Nuestros competidores, como Unilever, tienen enormes presupuestos de relaciones públicas y muchos recursos para convencer al mundo de lo ecológicos que son. Ellos pueden financiar una campaña para reclamar la verdad, pero nosotros tuvimos que desplegar todas las pequeñas aportaciones que pudimos, como este documental.

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(Traducción del inglés)

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